Diputados y senadores del VB entonan el himno de la región de Flandes. :: AFP
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La crisis arraiga en Bélgica

El segundo Gobieno de Leterme cae al perder el apoyo de los liberales flamencos por las disputas lingüísticas

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Bélgica entró ayer nuevamente en crisis. Debido, una vez más, a la secular disputa lingüística de sus dos comunidades principales, la flamenca y la francófona. Los liberales flamencos de Open VLD, pieza clave en la coalición pentapartita que sustentaba al segundo Gobierno de Yves Leterme, retiraron su apoyo al Ejecutivo al considerar que el plazo prefijado para encontrar una solución a la disputa de la demarcación electoral bilingüe que constituyen Bruselas y los cantones de Hal y Vilvorde, flamencos estos últimos -54 municipios en total, una entidad geográfica a la que se conoce por sus iniciales BHV-, había concluido sin resultados satisfactorios.

Con la defección de Open VLD, Leterme se encontró en minoría parlamentaria de 76 diputados entre los 150 escaños de la Cámara, por lo que se vio obligado a presentar su dimisión al rey. Alberto II, ante lo delicado de la situación y debido también al hecho de que Bélgica asumirá el primero de julio la presidencia rotatoria de la Unión Europea, prefirió tomarse un tiempo antes de formalizar los primaros pasos para afrontar el problema. «El rey y el primer ministro subrayan cuán inoportuna una crisis política sería en las actuales circunstancias, pues causaría graves perjuicios al bienestar económico y social de los ciudadanos y al papel que Bélgica desemplea en el plano europeo», manifestaba un comunicado de la Casa Real emitido mediada la tarde.

Ajena a estas apelaciones a la prudencia, la extrema derecha independentista flamenca, encarnada en el xenófobo y racista Vlaams Belang, reclamó por la tarde la independencia de Flandes durante un ruidoso acto que tuvo lugar en el vacío hemiciclo de la Cámara, a donde se encaminaron una treintena de electos de esta formación política una vez formalizada la dimisión del Ejecutivo. Diputados y senadores de VB, que se traduce por 'Interés Flamenco', desplegaron una pancarta en la que se leía «es el momento de la independencia» y entonaron el himno de Flandes, el «Vlaamse Leeuw» o «El león flamenco», antes de ser expulsados por personal del edificio.

Propuesta rechazada

Los tiempos de esta nueva crisis gubernamental, que echa por tierra al segundo Gobierno de Yves Leterme, tuvieron su momento álgido anteayer, cuando el ex primer ministro Jean-Luc Dehaene, comisionado por Leterme para encontrar una solución al contencioso de BHV, arrojó la toalla tras formular una propuesta que los francófonos rechazaron.

Olivier Maingain representante del muy intransigente Front Démocratique Francophone, manifestaba el martes que el papel puesto por Dehaene sobre la mesa no era otra cosa que el bien conocido recetario de demandas flamencas -escisión del distrito electoral BHV, de la demarcación judicial correspondiente, profundización de la reforma del Estado inicialmente esbozada por Leterme, etcétera-.

La drástica posición adoptada por el presidente de Open VLD, Alexander De Croo, tras la renuncia de Dehaene, debe ser leía en clave electoral: los liberales flamencos perdieron en 2007 la hegemonía que disfrutaban en Flandes con Verhofstadt, a favor de los democristianos de Leterme que había llevado a su formación política a recuperar sus posiciones dominantes tradicionales en la mitad norte del país con un discurso intransigente, en sintonía con otros nacionalistas mucho más radicales: la NV-A de Bart de Weber, constituida por parte del extinto Volksunie.

La dureza de Open VLD ha sorprendido a los francófonos, que querían seguir negociando sobre BHV, y a sus compañeros democristianos de gobierno, un tanto escarmentados de las aventuras radicales del Leterme de 2007.