Triunfo de El Juli y Manzanares
Los diestros cortan dos orejas en la 13ª de abono en Sevilla, en la que Luque no tocó pelo
SEVILLA.Actualizado:De hondo cuajo, por debajo de los 500 kilos, cabezón, con llamativa papada, frondoso cuello, astifino y acucharado, llano el testuz, de rara pero cumplida presencia, el cuarto de la corrida de Torrealta cayó en manos de El Juli.Fría la salida del toro, que escarbó y estaba de repente emplazado. El Juli pareció estudiarlo desde el burladero, se fue en su busca hasta casi los medios y, sin estirarse pero domando los viajes, le pegó cuatro sabios lances de gobernar y remató con media casi al paso. Los dos primeros tercios fueron dechado de lidia sobria, precisa y acorde.
Al toro, descarado en más de una repetición, le convino que El Juli lo trajera, aguantara y consintiera en los medios, donde fue la faena casi entera. Más descolgado por la mano izquierda que por la derecha, el toro se entregó en una tanda de naturales de las de barrer la arena con media muleta: tan enganchados por delante, los viajes fueron interminables y parecieron, engañosamente, a resorte. Un circular interminable abrochado con un cambio de mano por delante, el natural y el de pecho fue la rúbrica de toda esa viva belleza, que tuvo el sentido del ritmo tan de Julián. Todavía hubo entre rayas una tanda última por abajo y con la diestra, cuatro ligados en señal de dominio. Cuadrado el toro sólo con el cuerpo, El Juli le echó la muleta al hocico y agarró arriba una estocada impecable. Dos orejas.
No fue sólo El Juli, aunque de nuevo se hicieran patentes las diferencias entre él y los compañeros de terna. Daniel Luque, difuminado, fácil pero sin las ideas claras, pareció dejar pasar la ocasión con un sexto de corrida que dio juego. Mató por arriba al tercero después de pelearse en corto con él.
Manzanares sintió desde el principio el arropo de la gente. Tardó en enredarse y entenderse con un segundo de corrida que se estiraba bien y fue, pese a mugir, toro entregado, pero se acopló en tres tandas con la derecha. Costó llegar al cuarto muletazo de tanda, y el toro lo pedía con el gesto, pero se llegó. Despatarrado Manzanares, tenso, poderoso, paciente. Media estocada. Una oreja. Manzanares salió a reñir pelea con un quinto toro que resultó hueso de taba: tardo, mirón, escarbador, encogido y, sobre todas las cosas, probón y violento. Se batió guapamente el cobre en un tú a tú cargado de tensión. Con algún muletazo suelto dentro de una faena terca y de riesgo, excesiva por todo y recompensada, tras estocada trasera, con una oreja. El toro hirió en la cabeza a Luis Blázquez en lo que iba a ser un primer puntillazo.