Bajo el volcán
Actualizado:La paralización del transporte aéreo por causa de las emanaciones del volcán islandés Eyjafjallajökull -hasta el nombre parece una maldición- está causando daños gravísimos no sólo al sector del transporte aéreo, que está en plena y dolorosa reconversión y que sufre una crisis que ya supera en magnitud a la del 11-S, sino a la economía mundial. Europa es, de momento, la más damnificada. Los expertos más optimistas prevén una caída del PIB de al menos una décima de punto, en tanto otros analistas hablan incluso de que la nube de ceniza podría frustrar la recuperación. Ha de pensarse que el caos no sólo alcanza a los millones de pasajeros secuestrados por la parálisis sino al comercio -el 40% en valor de la carga global viaja por avión-, al turismo y a innumerables actividades que han debido ser interrumpidas. El suceso es un fenómeno natural imprevisible, por lo que difícilmente se encontrarán culpables. Pero esta crisis nos ha permitido saber que los parámetros de la seguridad aérea dependen de cada país, al no existir armonización hasta ahora. Además, el argumento para decretar la paralización es un incidente aéreo de 1982, pero ni los aviones son los mismos ni todas las emanaciones son iguales, por lo que se echa en falta una previsión científica fundamentada, ya que sólo existen proyecciones teóricas de modelos informáticos. La Comisión Europea ha constituido un grupo de asesores para seguir la crisis y parece dispuesta a levantar la mano sobre las ayudas estatales a las aerolíneas, que estarían perdiendo unos 200 millones de dólares diarios y registrando una caída en picado de sus acciones. Sin embargo, los ministros de Transporte tardaron cinco días en reaccionar para reunirse ayer y acordar medidas de mayor flexibilidad en los vuelos que no pongan en riesgo la seguridad aérea. Lo exigible es que Bruselas imponga una mayor coordinación y que se apoye en la opinión de la comunidad científica para que desaparezca la sospecha, muy extendida y al alza, de que quizá se haya pecado en este asunto de un exceso de prudencia.