Historia de un reencuentro
Reportaje publicado por LA VOZ en marzo de 2009 con uno de los militares fallecidosLuis Fernando Torija y su mujer, Regli Armario, contaron su historia a este periódico cuando el comandante estaba embarcado en Elcano
CÁDIZ.Actualizado:El fallecido en el accidente en Haití, Luis Fernando Torija, y su mujer, Regli Armario, atendieron a LA VOZ el 23 de abril del pasado año para contar la historia de sus vidas. Este periódico se encontraba en la delegación del viaje oficial del Ayuntamiento de Cádiz a Colombia con motivo de los preparativos del Bicentenario cuando cubrió la escala de Torija a bordo de el Elcano. Su mujer estaba esperándolo en Cartagena de Indias para verlo antes de que continuara su viaje como capitán de intendencia del buque-escuela. A continuación se reproduce un fragmento del reportaje publicado el día 24 de abril:
Está encantada, «flipando». Está tan contenta, que a pesar del agotador periplo (Rota-Jerez-Madrid-Bogotá-Cartagena de Indias) no tiene ni sueño, ni hambre. Regli Armario se ha cruzado todo un océano para ver a su marido, Luis Fernando Torija, capitán de intendencia en el Elcano. Regli es roteña «de pura cepa». Una mujer simpática, abierta, que no tiene reparos en contar la historia de su vida, mientras su marido bromea pidiéndole que no desvele demasiados detalles.
Es la primera travesía de Torija y Regli reconoce que allí en Rota, lo ha pasado mal en su ausencia. «Al principio, tienes que hacerte la dura, por tus hijos, para que no vean que estás triste y que a veces tienes ganas de llorar», cuenta. Pero ella tiene una fórmula para superar esos momentos de bajón: «He tomado a mi familia como escudo, cuando no puedo más, le dejo los niños a mi madre y me relajo», explica, consciente de que ella tiene mucha más suerte en ese sentido, que las mujeres de otros miembros de la Marina, que son de Galicia o de regiones alejadas y no cuentan con un hombro en el que apoyarse cuando llegan esos momentos de soledad. «Muchas mujeres de militares se tragan ellas los agobios y las tristezas».
Nada de celos
Luis Fernando es mucho más reservado que su mujer. «Si se viene abajo, él no me lo hace llegar cuando hablamos por teléfono; me dice que todo va estupendo, para no preocuparme». La fama de los marinos de tener una mujer en cada puerto no le preocupa. «Soy celosa, sí, pero tengo confianza en él, no tengo miedo; a veces, cuando salen a algún puerto le pregunto: ¿Hay muchas mujeres guapas por allí? y él me dice sí y le pregunto que si va a hablar con ellas y a bailar y me dice que sí y yo le respondo: Oye, pues diviértete».
Durante la travesía, Luis Fernando se mantiene en contacto con su mujer y sus dos hijos a través del teléfono e Internet. Esta vez, sin embargo, la comunicación a través de la cámara web se sustituyó por los abrazos y besos. «Esta era la mitad del viaje y además, aquí es donde paraban más tiempo».
La historia de amor de Regli y Luis Fernando tampoco tiene desperdicio. «Él vino a la inmobiliaria donde yo trabajaba para alquilar un piso y después de firmar el contrato me llamaba con las excusas más absurdas, diciéndome que se le había estropeado esto o aquello; hasta me pagaba la renta dos veces para poder tomarse un café conmigo», cuenta Regli mientras Luis Fernando, que se considera ya «más roteño que nadie», sonríe. Llevan 12 años casados y aun así, a pesar del agotamiento del viaje, Regli dice que no podía probar bocado antes del reencuentro. «Estaba nerviosísima», dice moviendo mucho las manos.