LA HIJA DEL HERRERO
Blanca Flores representa parte de las contradicciones del PSOE local y algunas de sus esperanzas
Actualizado: GuardarParece alguien en quién confiar. Con algo de idealismo e ingenuidad, impresdindible para humanizar su hiperactividad teofilesca, un punto de picardía calculadora y la voluntad inoxidable para trabajar por esas cosas tan ambiguas y raras: los demás, la ciudad, la gente, el futuro. La política, cuando se aleja de la sociedad, se convierte en un baile de salón estúpido, ajeno, inservible. O está sobre el terreno, o nada. Se lo acabo de leer a Ramoneda (no se pierdan la entrevista, en las dos páginas anteriores). Blanca Flores (Cádiz, 3 de julio 1967) es una entre muchos gaditanos con o sin plataforma, sin cliché, que la ejercen como infantería de acera, sin horario. Incluso, con una pasión fácil de confundir con obsesión.
Su formación personal y académica tiene aire mestizo. Del Cádiz profundo a los actos públicos. De aquel Mentidero de aroma dulce y fatiguitas, a la confortable administración pública y los despachos oficiales. La hija del herrero de El Balón hizo escala en aquella Facultad de Filología y se llevó un bagaje personal de letras para compensar, por siempre, el soniquete con el que te torturaban a diario: «Esto no tiene salida laboral. Esto no vale un duro para ganarte la vida».
Pero aquello sí servía para aprender a leer lo que pensaron un millón de mentes mejores que la suya. Con ese patrimonio personal, le alcanza a esta profesora de Lengua y Literatura, madre 'numerosa', provisionalmente inspectora de Educación, para atreverse con la poesía, tan aparentemente lejos de la prosa política.
'Por debajo de la puerta' fue presentado esta semana con la lujosa compañía de 'El Téllez' y en loor de muchedumbre analizada. Es un registro más, íntimo, de una mujer a la que también le dio para cooperar en un blog polémico (ya cerrado) que le sirvió para medir excesos, para cometer algún error (fruto del cabreo que todo cáncer debe aprender a tragar) y para mostrar una tremenda lealtad a los suyos. El aparato, adulador, quería salvarla, siempre que renunciara a ellos. No se dejó. Ahora, alimenta otro espacio en internet más personal y reflexivo. Todo junto la ha convertido en una persona capaz de atraer atención, de hacer ruido irreverente hasta ser castigada, de mostrarse lírica y de guardar un silencio que le escuece en favor de un beneficio mayor (el del PSOE de su alma).
Medio año largo después de que fuera expedientada por su partido, Flores se antoja un símbolo de las contradicciones socialistas en Cádiz. Aquel castigo sigue sin resolverse. El retraso de la 'sentencia' contra los doce autores del blog Cádiz Socialista empieza a decir más que cualquier palabra. En la docena iba un grupo de militantes entre los que se mezclaban veteranos o jóvenes con mucho que aportar, algún osado y otros que chirriarían en la vida pública. En un ejercicio de sensatez que les honra, los últimos han decidido apartarse.
Todos siguen a la espera de condena, pero el vendaval en el que vive el PSOE local ha convertido a su abanderada en posible candidata a la Alcaldía cuando aún no ha sido exculpada de los supuestos insultos y descalificaciones, vía internet, contra sus propios compañeros y dirigentes. Es decir, ha sido declarada la nueva esperanza Blanca sin que le hayan quitado, formalmente, la etiqueta de garbanzo negro. Gente influyente, con experiencia y fuentes de primera la consideran de repente una alternativa real a competir por la Alcaldía de Cádiz. Dicen, incluso, que Griñán repite su nombre.
Sin embargo, ese tránsito brusco, sin mesura, sorprende a los espectadores más distanciados e ignorantes. Suena a un disparate más. Una expedientada, susceptible de expulsión (hasta que se demuestre lo contrario), al frente de la lista.
Tampoco sería de extrañar en un partido que dice septiembre, luego mayo y vuelve a empezar. Que pide silencio y larga nombres. Que beatifica a los líderes que defenestró. Que presenta la candidatura como un marrón que todos eluden. Que se convierte en noticia por nombres y no sabe transmitir las propuestas que tiene.
Blanca Flores aparece en ese lío, pero también destaca dentro como uno de los motivos para creer en un futuro equilibrio político en Cádiz.
Entre el castigo antiguo y el estrellato actual, existe el riesgo de presentarla como una moda, como un impulso o un recurso. Sería buen síntoma para el PSOE que ella y varios de los suyos, simplemente, encontraran espacio para darle alma ciudadana a un plan y una candidatura. Aunque, en 2011, no sea en el número uno. Ni en el dos.