UNA VICTORINADA DISCRETA QUE DECEPCIONA
CRÍTICA TAURINA Actualizado: GuardarFueron más serios los tres toros que se echaron por delante que los tres de la segunda parte. Los tres de mejor remate y mayor trapío salieron desiguales. Noble pero frío y muy apagadito el primero, acucharado; pegajoso y escarbador, de amagarse y revolverse en medias arrancadas el segundo, veleto y degollado, con nombre de reata ilustre en la ganadería, la de los Conducidos; de mejor aire el tercero, que se empleó en el caballo y no tanto en la muleta. Con todo, toro manejable.
Ferrera le anduvo seguro al primero, que estuvo a punto de herirlo en banderillas en el remate apurado en tablas de un tercer par por los adentros. Ferrera se salió con su toro afuera, lo ligó en un solo terreno y a pulso lo pasó despacio por las dos manos. Embestidas desganadas y al ralentí.
El Cid lanceó sobre los pies y por delante al segundo, se distrajo un poquito y acabó viendo al torero. La porfía fue ingrata y deslucida. Desconfiado El Cid. Se oyeron reproches. Media defectuosa y dos descabellos. Un chaparrón al soltarse el tercero, de sesgado galope inicial y clara voluntad después. El toro, abierto por César Jiménez en los medios, tuvo trato. Una buena tanda con la derecha, airosos cambiados por alto en los remates. Al toreo con la izquierda, le faltó toque y enganche. De uno en uno los desiguales muletazos de una faena de más a menos. Una estocada tendida y ladeada.
El cuarto, cornipaso, corto y bajo pero descarado, se frenó, escarbó y acusó un puyazo trasero.
Ferrera, casi escandaloso con las banderillas, abrochó tercio con un valiente par al cambio.
Del segundo par, salió el toro disparado en arreón formidable. Estuvo a punto de arrollar a Roberto Bermejo, sorprendido cuando quiso cortar. Fue toro mirón. Ferrera le ganó por la mano, supo torearlo tapado, reaccionar a los guiños en falso del toro y disponer de él con oficio. Media estocada, rueda de capotes y se echó ese toro. La gente esperaba otro espectáculo. El quinto se metió bajo los vuelos en el recibo de capa de El Cid, pareció acalambrarse, perdió las manos tras una vara menor y cobró cuerpo una protesta. Devolvieron el toro. Raro: Victorino había traído a Sevilla un sobrero. Salió. Terciado, brioso.
Entre El Cid y Boni le pegaron dos docenas de capotazos. Aguantó, pero hubo protestas. En medio, se asentó el toro, que tuvo por la mano derecha son claro. El Cid no llegó a acoplarse. Se oyeron reproches. La pita en el arrastre para el toro fue desproporcionada.
El sexto estuvo a punto de comerse un burladero, se dejó cazar por el picador sin pelear, cortó en banderillas, le hizo a Carlos Casanova un siete en la taleguilla y fue dueño del asunto.
Excéntrica la lidia, al aire del toro, que se puso a medir enseguida a César Jiménez. No hubo mucho que rascar. Dos pinchazos, una entera.