CUPLÉS Y TRIQUINIS
Actualizado:El que dijo que el infierno es esperar sin esperanza no había estado en Cádiz. Caigan terremotos, inflaciones, Euríbor, PIGS y cardenales Bertone. Vengan recesiones, olas gigantes, hormigas blancas y mareas negras, 24 horas seguidas de 'Sálvame Delux', el mismísimo Kraken liberado, ese hijoputa, Moby Dick, un contubernio de ejecutivos bancarios en tormenta de ideas asesinas y diez mil monstruos marinos. A mí la lluvia, un rayo, Idi Amin, la Legión, los cien mil hijos de San Luis y otros tantos de Blackwater; que habrá Carnaval en verano.
Lo han dicho en Facebook, mientras Madrid se arrastra en su lluviosa mañana de grises Oteiza y buscadores de oro con cartel amarillo y negro. Así lo ha creado, en plena guerra de 'garzones' y 'gúrteles', con el postre de la venganza a medio tragar, la primavera sin cuajar y la garganta seca de inviernos.
Lo han dicho en Facebook. Allí crece una ensalada de 4.300 amiguetes, arremolinados en guiños, dispuestos a repetir el Carnaval de 2010 que muchos se perdieron por el agua que cayó del cielo o por las aguas que rompieron en esa fecha. Se ha abierto el cielo. Hay autores, chirigotas y público, todos en feliz comunión. Dicen que será del 16 al 18 de julio, nadie sabe dónde, ni siquiera si irá alguien a cantar, ni a escuchar. Si habrá chirigotas con flotadores, tintos de verano o triquinis. Nadie sabe nada, salvo que nada es inmutable, y menos el Carnaval. Isidro Castrillo dijo que la Naturaleza prepara sus acontecimientos y el hombre desencadena sus catástrofes. También sus fortunas, sus esperanzas.