ESPAÑA

Interior traslada a una prisión vasca a tres líderes de la disidencia etarra

MADRID. Actualizado: Guardar
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El Ministerio del Interior ha trasladado a la cárcel alavesa de Nanclares de Oca a tres de los presos de ETA más conocidos por su disidencia dentro del denominado 'frente de makos'. Se trata de José Luis Urrusolo Sistiaga y Carmen Guisasola, dos de los cuatro primeros activistas que hicieron públicas sus críticas a la banda y que ya han sido expulsados de ETA, y Rafael Caride Simón, condenado a 790 años por su participación en la masacre de Hipercor en Barcelona, y que, pese a figurar en los listados del colectivo de familiares de presos 'Etxerat', rompió hace meses con la banda tras su paso por la cárcel de Zuera, en Zaragoza, donde Instituciones Penitenciarias concentra a los díscolos.

No han sido, ni mucho menos, los únicos movimientos del Ministerio del Interior en las últimas semanas. Sólo en marzo, el departamento que dirige Alfredo Pérez Rubalcaba ha cambiado de cárcel a 40 reclusos de ETA, entre acercamientos y alejamientos, entre ellos, nueve a penales andaluces, y siempre con el objetivo de avivar la creciente división en el frente penitenciario.

Todos los movimientos importantes han tenido, como es habitual, su epicentro en las cárceles de Zuera y la asturiana de Villabona, los dos centros experimentales para la disidencia. Los últimos trasladados dan cuenta de la envergadura de los planes de Interior. En la cárcel aragonesa hay en la actualidad 19 internos, algunos de renombre, como Josu Arkauz, 'Josu de Mondragón', Santiago Arrozpide, 'Santi Potros', o Felipe San Epifanio, 'Pipe'.

Villabona alberga ya a 16 internos díscolos con la disciplina de la banda, tras la incorporación en las últimas semanas de tres presos 'estratégicos' como son Francisco José Ramada, procedentes de Castellón, Milagros Ioldi, antes en Badajoz, o Idoia Martínez, hasta ahora interna en Madrid. En las cárceles vascas, por su parte, el colectivo etarra supera la decena de nombres, todos supuestamente desvinculados ya de la férrea disciplina que ETA impone a sus presos.