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El juez Baltasar Garzón llega, ayer, a las dependencias del Tribunal Supremo. :: AP
ESPAÑA

Garzón descarta una persecución del Supremo

La campaña es una idea «de los medios de comunicación»El juez cree que alguno de los excesos verbales registrados en los actos de apoyo perjudican su posición en las querellas que tiene en el tribunal

MATEO BALÍN
MADRID.Actualizado:

El juez Baltasar Garzón salió ayer al paso a través de su abogado para frenar las voces que acusan al Tribunal Supremo de querer acabar con su carrera profesional. Después de que el ex fiscal Carlos Jiménez Villarejo destapara el martes la caja de los truenos contra el alto tribunal en un acto de apoyo al magistrado, el letrado de Garzón matizó que era «absolutamente inasumible» para su patrocinado pensar que los magistrados del Supremo le persiguen. El juez de la Audiencia Nacional guardó silencio sobre esta polémica y reservó sus palabras para el interrogatorio por la querella de las subvenciones del Banco Santander, del que dijo no haber recibido ni un euro.

El abogado de Garzón y ex fiscal de la Audiencia Nacional, Enrique Molina, aseguró que las acusaciones de persecución al juez «era más un asunto de los medios de comunicación» y negó que su defendido crea en la existencia de una campaña orquestada desde el Supremo en su contra. «Él sabe que tiene tres causas (abiertas en el alto tribunal) de orientaciones y orígenes diferentes y hablar de una persecución de tres frentes coordinados es complicado», afirmó Molina al concluir el interrogatorio de Garzón ante el instructor del Supremo, que se prolongó durante casi cinco horas.

El letrado también se refirió a las declaraciones del ex fiscal Jiménez Villarejo, quien acusó a ciertos magistrados del Supremo de ser «cómplices de torturas» por mirar para otro lado durante el franquismo, y aunque dijo que no había preguntado a Garzón por estas declaraciones, reconoció que creía que perjudicaban al juez instructor. «Cualquier manifestación que se haga para perturbar el orden y sosiego de un tribunal de Justicia perjudica al propio encausado», respondió.

No obstante, Molina añadió que «veía tranquilo» a su patrocinado pese a los tres frentes judiciales abiertos pues se trata de «una persona que tiene la espalda muy ancha» por los años que lleva en la judicatura. Eso sí, aclaró Molina, «a nadie le gusta estar querellado ni comparecer ante un tribunal, pero él (Garzón) tiene confianza de que el instructor (del Supremo, Manuel Marchena) sepa ver que se trata de una imputación falaz». Para zanjar el asunto, pidió «prudencia y paciencia» a los manifestantes que se concentraron en apoyo del juez.

El abogado hizo de portavoz de Garzón tras la declaración de éste ante el magistrado Marchena, que investiga la causa sobre la subvenciones del Banco Santander, en la que el juez de la Audiencia Nacional está imputado por cohecho y prevaricación. Los querellantes acusan al instructor de haber mediado ante la entidad bancaria para que financiase unos cursos académicos que éste dirigió en Nueva York, y relacionan esta vinculación con el archivo poco después de una demanda contra el presidente del Santander, Emilio Botín, que tuvo que dirimir el propio Garzón.

«Ha ido bien»

Tras cerca de cinco horas de interrogatorio, el juez salió del alto tribunal y respondió a la prensa con un escueto «ha ido bien». Se metió en su coche oficial y se fue bajo una fina llovizna.

En su declaración, Garzón negó que se dirigiera al Santander para pedir fondos y recalcó que no sugirió a la Universidad neoyorquina el nombre del banco para patrocinar los cursos. Aseguró que no le une ninguna relación con Botín y que las cartas que obran en la causa en la que se dirige a él como 'Querido Emilio' es una forma habitual que tiene para expresarse, y que, al parecer -dijo el juez en su declaración- «ha sido mal interpretada».

Para avalar su testimonio, Garzón entregó copias de cartas enviadas a diferentes autoridades para que participasen en los cursos y todas en los mismos términos afectivos. Entre ellas, las dirigidas a José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallardón y a todos se dirige con un «querido» y se despide con «un gran abrazo». El mismo tratamiento que dio a Botín.

Sobre los 160.000 dólares que percibió de la Universidad en concepto de honorarios por dirigir los cursos, negó «radicalmente» que esos fondos procediesen del Santander -«no he cobrado ni un solo dólar, ni un sólo centavo» de ese banco, respondió en el interrogatorio- y sostuvo que la entidad financiera «ni directa ni indirectamente» ha pagado gastos referidos a sus viajes o a la escolarización de su hija en un centro de Nueva York. Con respecto a la querella por cesiones de crédito que meses después archivó contra Botín, Garzón dijo que en un primer momento se planteó abstenerse, pero que al final decidió su competencia, y recordó que primero la Fiscalía y después la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional corroboraron su resolución de archivar la causa.

Garzón se negó contestar a las preguntas de la acusación popular, ejercida por los abogados José Luis Mazón y Antonio Panea, porque entendió que su querella «contenía argumentos denigratorios e insultantes», con referencias a que el juez «se untó», «puso la mano» o «se dejó sobornar».