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Equipos de rescate buscan supervivientes entre los escombros de los edificios destruidos por el terremoto en la montañosa localidad de Yushu. :: AP
MUNDO

Un seísmo se ceba en la China más pobre

Al temblor le siguieron unas dieciocho réplicas que llegaron a alcanzar los 6,3 grados de RichterDos años después de la catástrofe de Sichuan otro temblor deja 400 muertos y miles de sepultados en la remota Qinghai

PABLO M. DÍEZ
PEKÍN.Actualizado:

Tras los devastadores seísmos de Haití y Chile, vuelve a temblar la tierra, esta vez en Asia. El fantasma del terremoto de Sichuan, que dejó unos 90.000 muertos y desaparecidos en mayo de 2008, sacudió de nuevo a China ayer por la mañana (madrugada en España). Un potente temblor de 7,1 grados en la escala Richter (6,9 según el Instituto Geológico de EE UU) causó al menos 400 muertos y 10.000 heridos en la prefectura de Yushu, situada en la provincia occidental de Qinghai, limítrofe con Tíbet. Sin tiempo a reaccionar se produjeron unas dieciocho réplicas, seis en menos de tres horas, que llegaron a alcanzar una magnitud de 6,3. Sólo en Jiegu, la principal ciudad de esta remota zona montañosa enclavada a más de 4.000 metros de altura, se han derrumbado el 85% de los edificios.

Pero las autoridades temen que este primer balance oficial de víctimas aumente. Como el seísmo se produjo a las 7.49 de la mañana (1.49, hora peninsular española), la mayoría de la gente dormía y numerosos vecinos de Yushu han quedado sepultados bajo los escombros de sus humildes viviendas, por lo general construidas con madera y muros de adobe. En medio de un paisaje de caos y destrucción, las imágenes de la televisión pública CCTV mostraban a los supervivientes rebuscando entre los cascotes para salvar a sus familiares y a los soldados escarbando en las ruinas con picos, palas y hasta con sus propias manos. «El problema al que nos enfrentamos es que no tenemos excavadoras. Mucha gente ha quedado enterrada e intentamos sacarlos con medios humanos», explicó ante las cámaras Shi Huajie, uno de los militares .

«Sólo cuatro miembros de mi familia han conseguido escapar. Uno ha muerto y el resto permanece enterrado entre los escombros», se lamentaba Samdrup Gyatso, un adolescente de 17 años. «En un momento las casas se derrumbaron y la torre de un templo budista se desplomó. Fue terrible», manifestó a la CCTV Karsum Nyima, uno de los reporteros de la televisión local, quien aseguró que «todo el mundo está en la calle, enfrente de sus casas, tratando de encontrar a sus parientes».

Prevenir riadas

Para evitar tragedias como la de Sichuan, donde perecieron generaciones enteras de escolares al venirse abajo miles de aulas construidas con materiales endebles debido a la corrupción de las autoridades locales, los estudiantes han sido reunidos a la intemperie en los patios de los colegios. Además, se está desembalsando el agua de una presa cercana para impedir que se rompa y provoque una riada.

Con una población de 100.000 personas, el pánico se ha apoderado de Yushu, adonde la ayuda humanitaria tarda más de doce horas en llegar porque se encuentra a 800 kilómetros de la capital provincial, Xining, y las carreteras están seriamente dañadas por los corrimientos de tierra. A la lejanía y las difíciles comunicaciones se suman la nieve que aún cubre las montañas de Qinghai, donde se ha cortado la línea telefónica y caído el tendido eléctrico.

Sólo ayudados por generadores de emergencia, los hospitales están colapsados y los escasos médicos operativos no dan abasto para atender a la avalancha de heridos por traumatismo que ha causado el seísmo. Entre ellos figuran novecientos afectados que ya han sido rescatados bajo los escombros, un pequeño rayo de esperanza en medio de la catástrofe. Como primera medida de emergencia, el Gobierno ha enviado a 5.000 miembros de equipos de rescate y 700 soldados, al tiempo que ha librado una partida de más de veinte millones de euros para movilizar aviones para transportar asistencia médica, comida, plantas potabilizadoras de agua, perros rastreadores, 5.000 tiendas de campaña y 100.000 abrigos y mantas.