Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Economia

«Sólo quedarán 20 cajas de ahorro»

«El crédito seguirá cerrado si prosperan las exigencias de los reguladores», advierte José María Nin, director general de La Caixa Rodrigo Rato pronostica un ajuste del 30% en la capacidad de todo el sistema financiero español

M. J. ALEGRE
MADRID.Actualizado:

Las fusiones dejarán en 20 el número de cajas de ahorro, que ahora se eleva a 45. Tan drástica reducción es el pronóstico del ex vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, recién aterrizado en la cúpula de Caja Madrid. Según sus proyecciones, que expuso en el encuentro financiero organizado ayer por ABC, la consultora Deloitte y Sociedad de Tasación, todo el sistema crediticio español reducirá su capacidad actual en un 30%.

No opina lo mismo el director general de la Confederación de Cajas, José Antonio Olavarrieta, que cifra en 25 ó 27 la cifra resultante del proceso de ajuste de estas entidades. Y eso siempre que el Gobierno acceda a una demanda que por ahora sigue sin atender: que en la cabecera de las 'fusiones frías' o SIP, la fórmula que facilita las integraciones de instituciones de diferentes comunidades, se pueda situar una agrupación de cajas de ahorros.

La reestructuración de las cajas de ahorro viene forzada por el impacto de la recesión económica en el negocio y por las exigencias de la regulación que, para impedir que se repitan crisis financieras cuyas consecuencias sufrimos, van a poner en marcha las autoridades internacionales. Los borradores de nueva regulación en los que ya se trabaja han puesto los pelos de punta a los dirigentes sectoriales españoles.

Adiós crédito

Las exigencias planteadas van a estrangular el crédito. Juan María Nin, director general de La Caixa, avanzó los primeros cálculos de ese impacto en el mercado español. Bancos y cajas van a tener que destinar 48.000 millones de euros a cubrir las nuevas exigencias de capital y otros 300.000 millones a los requerimientos de liquidez. En un contexto económico de muy suave recuperación, como el que prevén las instituciones y servicios de estudios, esas condiciones sólo se alcanzarían «con cierta restricción crediticia», lo que afectará a familias y empresas.

Como apuntó el gobernador del Banco de España, «habrá que pensar en conseguir financiación por otras vías». «No me imagino a los particulares emitiendo cédulas hipotecarias, pero sí a las empresas emitiendo pagarés» a marchas forzadas, sugirió.

Hay que tomar una «posición país» para evitar que una regulación «seguramente bien intencionada» acabe por penalizar al sistema financiero español, uno de los pocos grandes europeos que se ha mantenido a flote sin ayudas públicas, defendió Nin. Y es que el modelo de bancos y cajas nacionales se va a ver penalizado, pese a su ortodoxa operatoria, porque los reguladores van a considerar que la mitad del capital que poseen no es digno de esa consideración.

En un juego de suma y resta se va a suprimir el cómputo de intereses minoritarios y el negocio bancario de seguros y se van a aminorar las participaciones bancarias, o los impuestos anticipados. «Nos van a dejar tiritando», sentenció el director general de La Caixa, quien pronosticó, si nada cambia, además del frenazo adicional del crédito a familias y pymes, una menor atracción por las inversiones industriales, «que dejará al pairo a nuestras principales 'utilities'» (empresas de servicios básicos: electricidad, gas, agua, etc.).

En el mismo sentido se pronunció el presidente de Caja Madrid, para quien «el gran riesgo de la economía española» reside en que no fluya el crédito cuando la actividad empiece a crecer. «Más regulación nos llevará a menos crédito y ése es un problema muy serio», sentenció. Y, buen conocedor de la manera en que se resuelven los conflictos en los ámbitos internacionales -ha sido gerente del Fondo Monetario Internacional-, Rato pronosticó que «habrá vencedores y vencidos», en la confrontación entre los distintos países por las nuevas exigencias regulatorias.

El horizonte más próximo tampoco será un camino de rosas para las entidades financieras españolas. Mientras caen los volúmenes de negocio, se incrementa la ya fortísima presión competitiva, y cada vez pesan más las calificaciones del riesgo país, del sistema financiero y de las propias entidades. «Por primera vez el sistema financiero podría ser un lastre» de cara a la recuperación, coincidió José María Nin con el gobernador del Banco del España.