Ni quiero ni puedo
Actualizado: GuardarUna conocida cadena de perfumerías ha lanzado una campaña publicitaria que va más allá de los ya tradicionales -conocen ustedes la facilidad con lo que algo se convierte en tradición- 'low-cost' (los productos de bajo coste). Una campaña de márketing que tiene como único objetivo luchar contra la feísima costumbre del ahorro que ha impuesto la pesada crisis económica que tenemos encima. «Para cuando quiero y no puedo» es el lema con el que nos ofrecen productos de belleza en gran formato -tarros de crema hidratante de medio kilo y cosas por el estilo- y en precio súper reducido. Sin embargo, «Para cuando quiero y no puedo» me resulta un eslogan demasiado familiar, demasiado gaditano como para que se le haya ocurrido a alguien que no sea de aquí, de la ciudad que con el quiero y no puedo levantó todo un sistema defensivo que le ha garantizado la supervivencia a través de los siglos.
No, no es ninguna novedad lo de la perfumería. Para cuando quiero y no puedo ya tenemos el catálogo de políticas económicas, educativas, sociales y culturales que nos ofrecen las distintas administraciones. Para cuando quiero y no puedo tenemos quien nos ofrece mirar hacia otro lado y fingir que no pasa nada. Incluso tenemos el carnet joven -quien lo tenga- que sirve para todo, absolutamente para todo, según dice el Gobierno Andaluz. Tenemos quien cubre las fianzas de cuando se quiere y no se puede eludir a la justicia. Tenemos incluso quien sirve para un roto y para un descosido, para cuando queremos decir una cosa y no podemos hacerlo. Así que ya sé que hay solución para cuando quiero y no puedo. El problema es que ya sé que no puedo. Lo que no tengo tan claro es si quiero. Y usted tampoco