Guardiola y Pellegrini se saludan al inicio del encuentro. :: EFE
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Las individualidades contra el bloque

El equipo blanco intentó anular al campeón con agresividad y juego duro, pero volvió a fracasar

MADRID. Actualizado: Guardar
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Frente al fútbol del Barcelona, que ni siquiera fue deslumbrante, al Real Madrid no le sirvió la destrucción. Intentaron los blancos desactivar a los azulgrana a base de juego duro, pero sucumbieron ante la enorme superioridad de un equipo maravilloso, ya hecho, que juega como un auténtico bloque y no se sostiene sólo por individualidades. El Real Madrid quiso anular la posesión de balón azulgrana con agresividad y volvió a fracasar.

Salió airoso el Real Madrid tan sólo durante media hora. Intentó frenar a Leo Messi con patadas, pero al argentino, ya se sabía, no se le para con facilidad. Acudió Messi a su cita con el gol, dejó muy tocado al enemigo, y tras el descanso, el Real Madrid ya ni siquiera pudo llegar a cortar con faltas el flujo de creación de juego azulgrana.

Acusaron los de Manuel Pellegrini el esfuerzo de la primera parte y en la segunda les costó un mundo oler una pelota a la que puso su nombre el campeón y ya no se detuvo hasta sentenciar. Con una defensa madridista tan descolocada, ya nadie llegó a cortar el letal avance de Pedro ante un solitario Iker Casillas.

Los blancos se desquiciaron y de milagro acabó el Real Madrid con once en el campo, en un choque demasiado trabado que ser calentó en exceso en el segundo tiempo. Demasiado tarde, ya con 0-2, cuando el equipo de Chamartín pretendía incendiarlo de nuevo, aunque no faltaron más patadones y pisotones.

No se había cumplido un cuarto de hora y el Real Madrid ya llevaba ocho faltas frente a sólo una del Barça. Los blancos salieron a repartir y así impidieron durante varios minutos la circulación y el control del Barça, pero quedaron retratados. Mejuto González les perdonó más de una amarilla, aparte de la segunda que ya mereció Xabi Alonso mediado el primer tiempo.

Sergio Ramos, que hizo méritos para ser amonestado y expulsado por su afición a sacar la mano y el codo y a derribar a todo el que le acerca, incluso buscó la expulsión de Leo Messi en un balón dividido en el que el argentino acabó, para no variar, en el suelo.

Fue Messi la víctima preferida de la agresividad y de las faltas tácticas del Madrid, pero no la única. Otro fue Xavi, por quien gira todo el fútbol del Barcelona, mientras Xabi Alonso perdía esta vez con claridad la batalla frente al organizador azulgrana.

Locos arreones

Mientras Xavi fue creciendo en despliegue y visión de juego, hasta dar la asistencia de gol a Messi, Xabi Alonso, descentrado, nunca supo dar claridad a un equipo perdido en el campo que pretendía sobrevivir a base de locos arreones ofensivos individuales.

El medio guipuzcoano se arriesgó a la expulsión, y tras tanta reiteración, después fue Gago quien tomó el relevo para intentar acabar con su compatriota.

Limitadísimos e inútiles recursos los de este Real Madrid, en el que también volvió a pinchar Cristiano Ronaldo. En un equipo acostumbrado a sobrevivir en la Liga de los goles del portugués -y de Higuaín-, esta vez ni siquiera Cristiano metió miedo. Siempre chocó bajo los palos contra Víctor Valdés cuando se encontró cara a cara con él, y ya desde el principio empezó a impacientarse y a quejarse de que no le llegaban balones. Pronto apareció en el Madrid la imagen de la impotencia.