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Atado y bien atado

MANUEL VERA BORJA
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Los niños y los extraños detectan la locura con claridad cuando aseguran no entender nada de lo que pasa a su alrededor. Es esto lo que ocurre con el decidido propósito de algunos para eliminar del ámbito judicial a Garzón. Una decisión que no se entiende en el extranjero, donde le consideran uno de los juristas más reconocidos, sobre todo por haber contribuido al avance de la justicia universal, la que permitió, por ejemplo, que un dictador y genocida como Pinochet fuera encausado, aunque muriera plácidamente en su cama. Es difícil también explicar a los jóvenes que ese hombre del que se les ha hablado como modelo de lucha contra la dictadura, el terrorismo y la corrupción sea un presunto delincuente. Que se le acusa de prevaricación por abrir un sumario para esclarecer las más de cien mil víctimas que otro dictador tiró a las cunetas de solitarios caminos. O que una ley preconstitucional (Ley de Amnistía 1977) prohíba investigar las desapariciones forzadas del franquismo, aunque la ONU y la legislación internacional consideren que estos delitos no prescriben nunca. Es complejo entender que Garzón sea encausado por considerarse competente para enjuiciar las desapariciones con el voto favorable de otros juristas de prestigio como él. ¿Cómo una decisión discutida, no unánime, puede ser castigada con la separación de la judicatura por 20 años? A eso, los cuerdos le llaman locura. He intentado hablar lo menos posible de aquel dictador de voz atiplada y porte ridículo, pero si sus herederos ideológicos consiguen eliminar al juez que se ha atrevido a desatar lo que él presumía de dejar atado y bien atado, habremos de reconocer que ganará esta batalla, como el Cid, después de muerto. Pero nada de esto sería posible ni inteligible sin ponderar los muchos callos que Garzón ha pisado a lo largo de su carrera y la legión de enemigos que lleva detrás. En la carrera judicial tiene enemigos manifiestos, no sólo por choques ideológicos, sino por celos profesionales y pamplinas jurídicas que únicamente entienden los afectados. Pero tampoco se entiende su situación sin recordar su lucha contra la impunidad de los poderosos de cualquier color. El mismo que denunció el terrorismo de Estado cuando lo hubo, ha sido capaz de articular el proceso a la corrupción política más escandalosa de la derecha en democracia (Caso Gürtel). Pero también ha sido de los primeros contra los traficantes, los señorones del dinero o los terroristas de ETA. Demasiados enemigos para un simple juez. Estoy seguro que cuando su madre le inculcó el afán de luchar contra la injusticia, le advirtió sabiamente sobre la ira de los poderosos. Por fortuna para la mayoría de ciudadanos de España y del mundo, no hizo caso. El martes 13 a las 20h. hay una manifestación en San Juan de Dios para pedir cordura y justicia.