La OTAN reconoce una nueva masacre al matar a cinco civiles en Afganistán
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarDos mujeres embarazadas de cuatro y cinco meses. La primera, madre de cuatro niños. La segunda, matriarca de once. Una adolescente de 18 años. Un jefe de la Policía y un fiscal del distrito. Todos ellos asesinados en una absurda redada en la que las fuerzas especiales de EE UU, incluso extrajeron las balas a las tres féminas y limpiaron el lugar de la escena. No había talibanes en la casa, en contra de lo que había dicho un confidente. Por el contrario, el comandante Dawood era leal al Gobierno de Karzai, homenajeado por las fuerzas ocupantes por haberse enfrentado a los terroristas. Esa noche creyó ser víctima de ellos. Unos veinticinco invitados y tres músicos estaban reunidos en el hogar de los Udin para celebrar el nacimiento de un nieto del patriarca. A las tres de la madrugada uno de los concertistas salió y recibió un flash de luz en la cara seguido de una bala que logró esquivar.
«¡Talibanes!», gritó aterrado. Dawood cogió su kalashnikov y salió a defender a su familia con su hijo Sediqullah, de 15 años. Les recibió una ráfaga de balas disparada por soldados rubios. Su hermano, Saranwal Zahir, fiscal de Ahmadabad (Paktia), sabía un poco de inglés e intentó aclarar el malentendido. Si un reportero del diario británico 'The Times' no lo hubiera investigado, la verdad nunca hubiera salido a la luz.