El guardián del granero
En las encuestas, restalla como un fustazo que la mayoría andaluza quiere un cambio
Actualizado:Un madrileño de 62 años radicalmente alejado del estereotipo de la tierra con su barba nostálgica de la universidad, con aficiones como las carreras de caballos, la lectura o la tertulia, mirada triste y técnico respetado pero no arrebatador, se enfrenta a la tarea de conservar el granero de votos que desde hace casi 30 años regenta el PSOE en Andalucía. José Antonio Griñán -Pepe- asiste aparentemente con indiferencia al espectacular alza que detectan los sondeos para el Partido Popular. Es la primera vez en quince años de existencia del Instituto de Estudios Sociales Avanzados que un Barómetro da la victoria a la derecha. En las encuestas restalla como un fustazo al caballo socialista que el 61,7% de los andaluces cree que Andalucía necesita un cambio. Pepe Griñán hábilmente le ha copiado el lema de campaña al François Mitterrand de los ochenta cuando se inventó aquel magistral: «Por el cambio tranquilo». Pero el legendario dirigente francés atacaba el poder desde la oposición, no el poder desde el poder. Es cierto que los ademanes y el talante de Griñán le acompañan en lo de tranquilo. Pero ¿en el cambio? La aplastante realidad es que desde 1977 el PSOE ha sido la primera fuerza en las treinta elecciones celebradas desde la llegada de la democracia.
Con Arenas o sin Arenas, los populares vienen tropezando sin desmayo en la misión de lograr la alternancia en la Junta del territorio más poblado de España. Pero hay algunos indicios fiables de que la asimetría política electoral de los andaluces respecto a otras comunidades se está corrigiendo. Los populares se han hecho fuertes en los núcleos urbanos y en la franja costera mientras el socialismo y la izquierda resisten como el voto natural en la mayoría de los enclaves de menos de 20.000 habitantes. En los últimos tiempos Javier Arenas, que se ha tomado la tarea como Moisés la llegada a la tierra prometida, ha intentado penetrar en aquellos feudos con un doble mensaje: apoyamos el nuevo Estatuto y pagamos la factura de nuestra oposición en aquellos años a una autonomía andaluza de primera. Y nos confundimos con las clases medias, trabajadoras, emprendedoras, abiertas para soltar de una vez el tópico de los señoritos del caballo. Aquello tan manido de que en Andalucía «o eres caballo o eres Domecq».
El combate, lo quiera o no Griñan, que ha optado por un discurso continuista, institucional, plano para no entrar al trapo del PP, se librará en los pozos negros de la tasa de paro más elevada de España, la penúltima autonomía en PIB por habitante y también en renta disponible. Además, en época de crisis, con un sector público un 2% superior a la media española y el agrícola el triple de media nacional. Durante décadas en la Andalucía mayoritaria el socialista ha sido «el voto natural». Pero también lo era en el País Vasco el voto al PNV hasta que dejó de serlo.