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Editorial

Ayudar a las pymes

Resulta clave que el Pacto de Zubano facilite y potencie sus vías de financiación

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No hace falta enfatizar la importancia de las pymes en la economía. Representan las dos terceras partes del empleo en la UE, porcentaje que se eleva al 89% en nuestro país. En consecuencia, es lógico pensar que la lucha para salir de la recesión y recuperar el empleo requiere una atención especial a estos actores económicos, que hoy encuentran dificultades extraordinarias para conseguir financiación. Las pymes continúan sin tener acceso al dinero, y ni siquiera logran que se les renueven las líneas de crédito de que disponían tiempo atrás si no aportan más garantías, hipotecarias o personales, de las que no siempre pueden disponer. El problema es especialmente grave en las micro-pymes que solicitan préstamos modestos ya que, con independencia de la desconfianza general, no siempre los bancos están dispuestos a dedicar tiempo y recursos a analizar pequeñas inversiones. Así las cosas, una de las propuestas más razonables incluidas en el Pacto de Zurbano versa sobre la refinanciación de las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR), entidades sin ánimo de lucro integradas por pequeñas y medianas empresas a las que, a cambio de una aportación al capital (y del pago de unas comisiones de funcionamiento) realizan análisis de viabilidad económica de sus proyectos. Si la SGR cree en dicha viabilidad, avala el préstamo solicitado a las entidades de crédito con independencia de la capacidad financiera de la pyme en este momento. Evidentemente, la operatividad de este sistema depende de la potencia y capacidad de las SGR, es decir, del respaldo que se conceda a estas sociedades de garantía recíproca para que su actividad siga creciendo. De ahí la conveniencia de reforzar el papel de la Compañía Pública de Refinanciación (CERSA), una sociedad instrumental adscrita a Industria y participada por el ICO que asume parte del riesgo de las SGR. En definitiva, si el Pacto de Zurbano potencia esta vía de financiación, podría acelerarse muy notablemente la reconstitución del tejido empresarial asolado por la crisis. No en vano, según Analistas Financieros Internacionales, cada euro entregado a CERSA generaría 37 euros de inversión.