Los fantasmas persiguen a Adams
Un antiguo miembro del IRA asegura en un libro póstumo que el líder de Sinn Fein ordenó varios asesinatos durante su época terrorista
LONDRES. Actualizado: Guardar«No creo que haya merecido la pena. Si alguien me hubiese dicho hace veinte años que iba a ir a la cárcel, ser torturado, hacer una huelga de hambre y ver a muchos hombres morir para llegar a esto... le hubiese dicho que me dejase en paz». Así se expresaba hace diez años en una entrevista con 'The Sunday Tribune' Brendan Hughes, 'el Moreno'.
Había estado efectivamente en la cárcel, adonde llegó junto al hombre con el que le detuvieron, Gerry Adams, en 1973. Y se escapó, envuelto en una alfombra enrollada que iba a la lavandería. Se metió de nuevo en el mayor nivel conspirativo del IRA en Belfast haciéndose pasar por un representante de juguetes con residencia en un barrio de clase media protestante. Fue de nuevo arrestado y confinado en un presidio. Allí sustituyó a Adams como jefe del IRA en prisión cuando éste fue puesto en libertad.
Ahora, la voz de 'el Moreno', cuyas peripecias conspirativas en el grupo terrorista más mortífero de Europa occidental en el siglo XX le dieron una reputación heroica entre sus miembros, persigue al líder de Sinn Fein desde ultratumba. Antes de morir, hace dos años, Hughes se había distanciado de los líderes del partido. Les llamó la Brigada de los Trajes Armani, les reprochaba falsedad, traición a los ideales, una enorme corrupción... En sus escritos Hughes era confuso, un disidente arrepentido de la violencia y al mismo tiempo evocador de la camaradería perdida.
Políticamente en tierra de nadie, empleado en obras o recibiendo el subsidio de desempleo, en el mismo oeste de Belfast en el que su viejo camarada del IRA despegaba y aterrizaba en helicóptero para llegar a sus diferentes reuniones, Hughes se entrevistó poco después de aquellas declaraciones a 'The Sunday Tribune' con dos investigadores de la Universidad de Boston.
Trabajo académico
El objetivo era académico, grabar el testimonio oral de personas que habían tenido papel relevante en el conflicto norirlandés como un registro para su historia. El de Hughes ha sido publicado parcialmente ahora, junto al de otros, en el libro 'Voces desde la tumba' de Ed Moloney.
Y un Gerry Adams, con la reputación personal ya dañada por su comportamiento ante los abusos sexuales a niños en su familia y por miembros del IRA, sortea como puede las preguntas que se derivan de la publicación. El líder de Sinn Fein y parlamentario en la Asamblea autonómica de Belfast ha negado, por ejemplo, que él diera la orden, como afirma Hughes desde la tumba, de matar a una viuda con diez hijos y de enterrar el cadáver sin reivindicar el crimen para no dañar la imagen del IRA.
Jean McConville era una mujer protestante que se casó con un hombre católico que había estado en el Ejército británico. La familia fue expulsada del este de Belfast por el sectarismo religioso protestante. Jean enviudó a los 37 años. Vivía con sus hijos en Divis Flats, un barrio desolador en el católico oeste de Belfast. En la última planta de la torre que preside el barrio había -aún hay- una estación de antenas y observación del Ejército.
Esa zona era controlada por el IRA, que descubrió un transmisor en el piso de Jean. Hughes la interrogó y la mujer reconoció que pasaba información a la inteligencia británica. Le advirtieron de que no volviese a hacerlo. Poco después alguien alertó -Hughes no recordaba cómo- que McConville seguía aportando datos sobre las cosas que veía en el barrio. Entraron en su piso y encontraron de nuevo un transmisor.
Delatores
Hughes afirma en las cintas, según el libro de Moloney, que fue Adams, en ese momento al frente de la brigada de Belfast en el IRA, quien tenía a su cargo el comando especial que la mató y quien, tras una fuerte discusión con otro dirigente, decidió que el grupo no reivindicase su ejecución. El cadáver fue encontrado en 2003 por una persona que paseaba por una zona de playa, enterrado en un aparcamiento que había levantado el temporal. Tenía un disparo en la nuca.
Adams afirma que las acusaciones del libro le ofenden. Que tampoco él ordenó el asesinato de Patrick Crawford, un huérfano que había entrado en el IRA y que se fue de la lengua cuando era interrogado por la Policía. Lo colgaron en su celda de la cárcel. Tampoco habría sido el cerebro de la cadena de bombas en el centro de Belfast que mató a nueve personas en el Viernes Sangriento de 1972.
«¿Por qué no reconoce simplemente que fue miembro del IRA?», preguntó a Adams una periodista esta semana. «No lo fui, y no te hagas la lista», repuso. Esa negativa de su más íntimo amigo del pasado indignaba a Hughes, que solía decir que la tarea más urgente que tenía el movimiento republicano irlandés era decir la verdad.