Jerez

La Resurreción, el final verdadero de la Semana Santa

Has diez cofradías hicieron su estación de penitencia el último día de la Semana Mayor entre el Viernes Santo y la Madrugá

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Es Domingo de Resurreción. La Semana Santa ha concluido, al menos si entendemos la Semana Santa como los días que salen procesiones a la calle. Cierto es que quedan las salidas procesionales de la Candelaria y de la hermandad del Resucitado, pero el grueso de hermandades que hacen su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral ha hecho ya su salida procesional, dejando muchas luces y alguna sombra. Y esta reflexión se puede aplicar perfectamente al último día de la jornada, cuando hasta diez cofradías salieron a la calle a dar público testimonio de su fe entre la Madrugá y la tarde del Viernes Santo jerezano.

Es la Noche de Jesús, unida a la mañana de la Esperanza, a la tarde del Cristo y a la eterna pena de la Soledad. Son 24 horas ininterrumpidas de cofradías en la calle, de inciensos, azahar, aromas de barrio, cornetas, tambores... Es un día eterno que nos dejó el regusto sabroso en la boca, con algunas pequeñas lagunas que habrá que analizar en conjunto, porque la Madrugá se está convirtiendo en una jornada solitaria, triste, fría, gélida por momentos. Ahora llegarán los análisis pormenorizados, porque la realidad es que la Semana Santa de 2010 ha llegado a su fin.

l Santo Crucifijo

Cofradía de negro

No existe una cofradía con este corte en la ciudad, y es curioso, porque a casi todo el mundo le gusta una buena cofradía de negro en la calle. Pero la realidad es que, salvo las Cinco Llagas que pretende acercarse a este concepto, nadie en la ciudad ofrece lo que hoy por hoy da el Santo Crucifijo a la Semana Mayor. Silencio.

Esa es la principal virtud de los nazarenos del Santo Crucifijo, el Silencio, la quietud, la mesura. La tranquilidad en las formas, la permanente comunión entre penitencia y fe, el silencio más desgarrador y absoluto. Mientras otras cofradías intentan disimular su silencio con escolanías, músicas de capilla u otros inventos más o menos serios, la realidad es que la cofradía de negro de toda la vida es la que el Santo Crucifijo pone cada Madrugá en la calle.

Dio gusto ver a la cofradía por cualquier rincón, especialmente en las calles estrechas donde la proximidad de los nazarenos daban sensación de cofradía compacta, de auténtica unión, de trabajo organizado de todos los sectores de la cofradía. Esta rigurosidad, heredada de las anteriores juntas de gobierno, hacen de la salida un momento especial, con el aire frío de la noche cortando los pabilos encendidos del paso del Santo Crucifijo, asaeteado por los continuos flashes que dibujaban una perfecta tormenta de luz sobre el cuerpo pálido del Santo Crucifijo.

Y tras él, andando largo, como debe ser en una cofradía de negro, María Santísima de la Encarnación, en su palio de cajón de Rodríguez Ojeda, vestida por Fernando Barea, confirmó que ha dejado de ser una desconocida de la Semana Santa para pasar a ser uno de los palios más importantes de la ciudad.

Las Cinco Llagas

Silencio blanco

Ocurrió en las Llagas que no entendieron a Tomás Sampalo. O que Tomás Sampalo no entendió a las Llagas. Da igual como ocurriera, pero no es de recibo que un capataz tenga que variar en plena estación de penitencia la manera de levantar el paso de palio de la cofradía para evitar el disgusto de parte de la cofradía. como tampoco es de recibo que un nazareno indique al capataz los balcones que pueden serle problemáticos.

Así es imposible trabajar, y eso es lo que ocurrió en el palio de la Esperanza. Salvado este pequeño detalle, lo cierto es que las Cinco Llagas dejó destellos de cofradía de categoría, de empaque. Gracias a la luminosidad de su cortejo de nazareno, con la túnica de cola blanca, y a la presencia del paso de palio de la hermandad, más cercano a un paso de palio de barrio que de negro, la hermandad debilita su austeridad y su penitencia, y refuerza la presencia de devotos en la calle que acuden en masa para acompañar todos los años al Señor de la Vía-Crucis, dirigido como siempre de manera sobria y elegante por Martín Gómez Moreno.

Una cofradía elegante y agradable a la vista, pero que no termina de encontrar su capataz ideal para el paso de palio de la Esperanza.

El Nazareno

La Noche de Jesús

Incluso si la hermandad no hubiera favorecido la presencia de hermanas en su cortejo, se hubiera llenado de faroles para acompañar a Marquillo y a Jesús Nazareno. Relucía el túnico de las Avefrías, recientemente restaurado por el bordador Jesús Rosado, y relucía el paso de palio de Nuestra Madre y Señora del Traspaso, que ha cogido una categoría desde que la viste César Díaz que la elevan en el hipotético ranking de las dolorosas de la ciudad. Porque iba vestida sublime, bella, elegante... Como debería ir la Madre de Dios al ver a su Hijo camino de la cruz.

Pero si hay un sitio donde poder disfrutar de esta cofradía es sin duda en la recogía, cuando la mañana despunta y los hermanos de Jesús acompañan hasta la Alameda Cristina a su hermandad. Un acierto por parte de la Junta de Gobierno poner la banda en la cruz de guía de la corporación, ya que Jesús Nazareno no ha necesitado nunca nada más que su mirada, y destellos de cofradía de siempre, de cofradía grande, de cofradía señera en la Semana Santa jerezana.

Es la cofradía de Jesús Nazareno la que da nombre a todo un día de la Semana Mayor. Es la Noche de Jesús y con eso está todo más que dicho.

La Buena MuerteArte y compás

No quieren renunciar a la mañana del Viernes Santo, pese a que sea entera de la Esperanza de la Yedra, y llevan toda la razón en pretender conservarla. La llevan, porque ver la cofradía de la Buena Muerte cuando los primeros rayos de sol inundan la mañana es un privilegio al alcance de pocas cofradías de la ciudad. Y porque cuando la mañana ha roto la noche, la cofradía de la Buena Muerte cambia por completo, para convertirse en la hermandad del Dulce Nombre, en la corporación de los Niños, en la cofradía de las saetas imposibles, en el caminar más lento. Es la mañana que lo cambia todo.

Así lo entienden en la hermandad de la Buena Muerte, que incorpora a sus filas a decenas de monaguillos que miran con cariño a los nazarenos, que asisten inmóviles a la entrada de la alegría en la corporación. Serán sus propios hijos, sus nietos, sus sobrinos los que jueguen entre los cirios de una cofradía que hace muchos años dejó de depender de la estética, porque la estética la pone con sus imágenes titulares, ambas bellísimas, de Castillo Lastrucci.

Una hermandad de negro con sus particularidades, una cofradía elegante y singular, que sirve para completar y de qué manera el patrimonio cultual de nuestra Semana Santa.

La YedraLa mañana de la Esperanza

Podríamos hablar de un cortejo elegante, con capirotes verdes jugando coquetos con los primeros rayos de sol de la mañana en la Corredera. Podríamos perdernos en la banda del misterio, que este año era la agrupación musical de la Estrella de Dos Hermanas y que demostró que hay vida después de la banda de la Sentencia. Podríamos confirmar que la mano de Miguel Jaén se nota, y mucho, en el misterio de la Sentencia, que tiene el mismo empuje de siempre, pero con una dulzura inédita hasta que llegó él al martillo. Podríamos también decir que el hijo de Jesús Ramírez se confirmó como un capataz de futuro gracias a su trabajo con la cuadrilla de la Esperanza, que llegó pletórica de fuerza y de categoría a la Plazuela tras más de nueve horas de esfuerzo intenso.

Podríamos perder el tiempo en todos estos detalles o en otros más. Pero que nadie olvide que es Ella, la Esperanza, la que da sentido a la hermandad de la Yedra. Que nadie olvide que su mirada es la más desafiante de Jerez, me tomas o me dejas, veneno y antídoto a la vez. Que nadie olvide que Ella, y sólo Ella, es quien hace que la fúnebre Noche de Jesús se convierta en la mañana de la Esperanza, en una explosión de luces, colores, aromas, sabores... Que nadie la olvide a Ella. Que nadie olvide a la Esperanza.

Las Viñas

Cofradía de barrio

Es la hermandad de las Viñas el máximo exponente de auténtica cofradía de barrio. Se ha convertido en un referente cuando queramos hablar de una hermandad de las afueras, de una cofradía que pisa el centro porque ahí está la Catedral, pero que donde coge cuerpo y volumen es cerca de sus soportales, de sus casapuertas. Es la hermandad de las Viñas un lujo para la Semana Santa de Jerez, y más todavía cuando ellos han sido los que han peleado duro por estar actualmente situados en ese escalafón.

Porque no nos engañemos, mal pintaban las cosas cuando se coronó a la dolorosa. Mal de verdad. Una cofradía desunida, sin un criterio estético asumido, sin una personalidad propia. Una cofradía equívoca por momentos, que ha sabido darle la vuelta a toda esta situación para consolidarse en la actualidad como una de las hermandades que más y mejor han progresado en la Semana Santa. Y eso fue lo que demostraron la tarde del Viernes Santo, una algarabía enorme junto a su dolorosa, un proyecto espectacular de paso de misterio, una banda atronadora, un cortejo vistoso y alegre...

Una cofradía de barrio. Y un ejemplo donde mirarse para muchas cofradías que actualmente no saben hacia dónde caminar.

El Loreto

El estilo

La hermandad de Loreto ha sabido ganarse un hueco en uno de los días más complicados de la Semana Santa. Se sienten parte importante del Viernes Santo, se sienten vitales porque aportan un misterio que no tendrá nadie en Jerez una vez que el Consuelo pase a su paso de palio. La Soledad de María al pie de la cruz, la reflexión serena de una madre que ha perdido a su hijo.

Y desde esa serenidad, la hermandad de Loreto está en franca evolución. Gracias a la labor callada de José Antonio González Leal, la cuadrilla de Loreto pasa desapercibida por todo el recorrido, y ese es el mayor piropo que nadie puede tirar a su trabajo; es eficaz, discreto, prometedor.

La cofradía además está preocupada por su patrimonio, y ha regalado a su dolorosa un conjunto bellísimo que estrenó en la tarde del Viernes Santo de saya y manto bordados, muy en el estilo de la cofradía. Un auténtico privilegio para nuestra Semana Santa.

Como lo es la cofradía de Loreto. Un privilegio...

El Cristo

El de Jerez

Ser del Cristo de la Expiración es ser de la hermandad que define Jerez y nuestra Semana Santa más allá de nuestras fronteras. Ese orgullo lo tienen asumido los hermanos del Cristo de la Expiración, que realizaron su estación de penitencia en la tarde del Viernes Santo consternados por el fallecimiento la noche anterior de uno de sus cargadores, Nono Merino, cuando vestía la túnica del Santo Crucifijo de la Salud, su otra cofradía.

Pero ni la pérdida de un cofrade joven y comprometido puede frenar la alegría del Cristo en la calle, que con sus melenas al viento conquista la tarde del Viernes Santo como quien habla con una bella mujer. Es el galán de las mantillas, el que roba todas las miradas. Es el Cristo de la Expiración en su vela, es el Cristo de la Expiración de la ciudad de Jerez.

Y tras Él, la dolorosa del Valle hacía su salida procesional con el andar risueño de su cuadrilla de palio, esa a la que Paco Yesa ha conseguido elevar a la categoría de mito. Los ratones del Valle consiguieron una vez más que Jerez se quedara prendada de la mirada del Valle Coronada, otra dolorosa redescubierta por Fernando Barea, maestro de muchos vestidores que despuntan en la actualidad.