CÁDIZ

De Cádiz a Apatzingán, órale

El espíritu liberal de La Pepa influyó en la primera Constitución del país americano, aprobada en 1814La relación entre gaditanos y mexicanos comenzó a tejerse hace 200 años

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La plaza del Zócalo es una de las visitas obligadas en todas las rutas turísticas que pasan por la capital de México. Un lugar cargado de significado social e histórico que en realidad se denomina plaza de la Constitución. Es posible que muchos andaluces y gaditanos hayan estado allí, curioseando entre los vendedores de recuerdos o haciéndose fotos frente a la Catedral Metropolitana, sin saber que el nombre de esta plaza alude a la carta magna gaditana.

Han tenido que pasar varios años para que esa relación adormecida resucitase en forma de un acuerdo de hermanamiento entre Ciudad de México y Cádiz que, de momento, ya ha dado sus primeros frutos: la celebración de una Semana de México en Cádiz que tendrá su contestación a finales de este año o principios de 2011 con la Semana de Cádiz en el Distrito Federal.

Y es que al margen de que la primera constitución mexicana, la de Apatzingán (promulgada en 1814) esté basada en 'La Pepa', la presencia de los diputados de la Nueva España, que abarcaba a buena parte de Centroamérica, fue muy activa. Contando con los suplentes, llegó a haber 21 representantes. Seis de ellos llegaron a ocupar la presidencia de las Cortes y otros seis, la vicepresidencia. Uno de los más destacados fue José Ignacio Beye de Cisneros, catedrático y canónigo de Guadalupe. Se dice que era el diputado que mayor renta recibía (12.000 euros), lo que no le privó de luchar por los derechos de los más débiles, como cuando propuso que se fundaran escuelas públicas en los conventos para que la educación llegara a los pobres y a las mujeres.

Pero la escasa bibliografía que hay al respecto de la participación de México y también de la influencia de La Pepa en Cádiz puede explicarse por un factor: hasta hace escasas décadas la mayoría de los estudios preferían ignorar la aportación de los diputados americanos en la Constitución de Cádiz, mientras los mexicanos obviaban las raíces gaditanas que tenía su Constitución de 1814, tal y como recuerda Alfredo Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

Y es que mientras los diputados de la Nueva España trataban de consensuar un texto para los españoles de los dos hemisferios, en México el cura Miguel Hidalgo había iniciado con su grito el proceso de independencia. Fue una guerra a muerte y en los dos bandos había indígenas, criollos y peninsulares, como recordaba en una intervención reciente, en Cádiz, Jaime del Arenal, director del Instituto de México en España.

Es verdad que la Constitución gaditana, que fue posterior a esa chispa de rebeldía, proporcionaba cierto grado de autonomía, pero no la suficiente. Incluso, hay quien sostiene que la independencia finalmente se concretó no porque los liberales de Cádiz hubieran abierto una parte a la autonomía, sino porque la Constitución de Cádiz no se mantuvo.

Así lo recoge un estudioso de este periodo, el doctor en Derecho Rafael Estrada Michel, que participó en la edición de un libro que recoge la estrecha relación e influencia de las Cortes de Cádiz en la historia contemporánea de México. La monografía lleva por título 'La Ciudad de México y Cádiz, 1810-1823. En busca de la Soberanía Constitucional' y se presentó en el Ayuntamiento del Distrito Federal el pasado mes de septiembre.

La unión

Estrada Michel sostiene que fue La Pepa la que mantuvo unidos a los mexicanos. En su opinión, las Cortes gaditanas fueron el único momento de la historia en que hubo un espacio compartido, un parlamento, para toda la Hispanidad y también para las comunidades indígenas. Este proceso gaditano, «podía haber llevado a una monarquía plurinacional que tal vez habría avanzado hacia una república». Es decir, que la Monarquía de Fernando VII, si la Constitución de Cádiz hubiera prosperado más tiempo y se hubiera aplicado efectivamente, también en la España americana, podría haber representado el inicio de una Commonwealth, una comunidad de naciones al estilo de la que ahora agrupa a varios países anglosajones.

Pero no fue así y tras aquella larguísima guerra que comenzó con el grito del cura Hidalgo el Virreinato de la Nueva España (en el año 1821) quedó fraccionado en varios países: Guatemala, Belice, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador y, por supuesto, México.

Antes de eso y después de la Constitución de Cádiz, hubo otros textos jurídicos y cartas magnas. En 1813, en uno de los momentos más difíciles de la guerra, surge 'Los sentimientos de la nación', un documento jurídico que presenta José María Morelos después de manifestar sus desavenencias con el otro líder de la emancipación, Ignacio López Rayón.

Morelos decide convocar al Congreso de Chilpancingo y ante ese cuerpo legislativo el caudillo de Michoacán presenta el documento. Esos 'Sentimientos de la nación' proclamaban, en el primer punto, la independencia de América de España y de «toda otra nación».

Inspiración gaditana

Luego llegaría, al año siguiente, la Constitución de Apatzingán, que aprobó el citado Congreso de Chilpancingo. También ahí, los delegados manifestaron no sólo sus simpatías liberales, sino que también su inspiración eran otras cartas magnas precedentes: las francesas de 1793 y 1795 y la de Cádiz de 1812.

Curiosamente, los señores diputados que se reunieron en Chilpancingo (ciudad localizada en el estado de Guerrero), al igual que sucedió con el sitio francés en la península, no contaban con la seguridad suficiente como para llevar a cabo su trabajo con tranquilidad, por lo que decidieron trasladar los debates a Apatzingán.

Además de proclamar la independencia de México, la Constitución de Apatzingán se diferencia de la gaditana en que rechaza la Monarquía y establece una república. Pero igual que su hermana peninsular, proclama los derechos fundamentales del hombre y del ciudadano y la igualdad ante la ley.