Conocer y respetar nuestros sistemas playeros
PORTAVOZ DE ECOLOGISTAS EN ACCIÓN DE ANDALUCÍA Actualizado: GuardarHace unos años, cuando los movimientos sociales formábamos parte de los órganos de participación del diseño urbanístico provincial (la antigua CPU de la que se nos echó), ante mis protestas por actuaciones municipales que afectaban a una playa y a su sistema dunar, un alcalde me contestó: «¡No se qué fijación tenéis los ecologistas con las dunas!...cuando queráis, yo con un camión y arena organizo una duna donde haga falta».
Este desprecio por la naturaleza, la dinámica y el origen de un sistema dunar y playero, tan burdo, se viene reproduciendo actualmente con las obsesivas y politizadas «recuperaciones de playas». Hemos sustituido el camión del alcalde por el barco-draga y la instalación de dunas por la fabricación de una playa con pendientes, granulometría y procedencia de sus componentes, a ocurrencia de cualquiera.
Las playas son sistemas naturales formados por la sedimentación de materiales detríticos transportados por el agua en zonas donde la energía del transporte disminuye; es decir en zonas donde las aguas se remansan. Los materiales detríticos los transportan primero los ríos y después el mar. Si los ríos no llegan al mar (eso que pretenden algunos políticos y medios de comunicación cuando piden que no «se pierda» agua de los ríos en el mar), las playas no reciben sus aportes naturales y no pueden recuperarse, tendiendo a su desaparición. Los materiales detríticos son también transportados por el mar gracias a la energía de sus olas, mareas y corrientes, y los acaba sedimentando o en fondos marinos o en el borde costero. En consecuencia las playas están en zonas donde las olas y las corrientes disminuyen por la morfología de la costa y los sedimentos se depositan sueltos en el borde del mar. Este depósito o playa tendrá una forma, pendiente, volumen y estabilidad en función de sus factores generadores y de los factores de la zona de depósito, sobre todo el régimen especial de vientos y las constantes brisas marinas.
Todo esto, que sabe cualquier persona que ha estudiado el bachillerato, se ignora a la hora de pedir regeneraciones de playas en la provincia de Cádiz, una provincia en la que desemboca el mayor río de Andalucía además de diversos ríos provinciales, bañada por un dinámico Atlántico y sometida a un activo régimen de vientos. Se pide llenar la playa de arena, mientras más mejor; se pide que se ponga lisita y sin valorar la pendiente de estabilidad; se pide arena, sea de donde sea, si hay que fabricarla triturando material de canteras, da lo mismo. Lo único que importa es que tengamos la superficie mayor posible de arena que no manche y en la época en que vendrán turistas.
Nuestras playas son cambiantes, muy dinámicas, como los factores que las generan, cambian su perfil, cambian su pendiente hacia el mar, cambian sus dunas (de tamaño y de sitio) y cambian en función de los temporales de otoño y de que domine el levante o el poniente. Todos hemos visto en alguna de nuestras playas, por ejemplo en la Victoria de Cádiz, que en una época del año hay rotura de olas a cierta distancia del rompeolas de la orilla, señal de que allí se ha formado una acumulación de arena; pero en otras épocas esa rotura de olas y acumulación desaparece, acumulándose mucha arena casi en el paseo marítimo. En sus cambios, las playas pierden arena por una confluencia de condiciones y por confluencia contraria la ganan.
Ésta no es la primera vez en su historia geológica que el litoral de la provincia ha recibido tantas borrascas y tantas lluvias, y por esto sus playas no van a desaparecer; se han alterado, se han modificado. Ya volverán tiempos más bonancibles y tranquilos y con ellos la recuperación de la sedimentación y de la arena.
Hay un problema en esta recuperación que debemos tener en cuenta y es que lamentablemente el Guadalquivir, el Guadalete y demás ríos provinciales están todos intervenidos por el hombre con presas, azudes y exclusas que impiden que sus sedimentos lleguen al mar. Esto es un problema a largo plazo que tendremos que estudiar y buscarle soluciones, pero eso no es el problema que ahora preocupa tanto a nuestros políticos.
Cualquier persona sensata que tuviese que hacer todos los años una misma obra en su casa pensaría que la del año anterior ha sido fallida, que tiene que buscar el origen del problema y no tener que hacer más obras. Pues aquí con las playas eso parece no planteárselo nadie. Y está claro que una obra que hay que repetir continuamente, como es la de la continua regeneración de playas, es una obra fallida, además de carísima. Busquemos cuál es la causa: si hemos impedido el paso de uno de los vientos y solo actúa el contrario (pantalla de de edificios junto a la playa), si hemos destruido la fuente de reequilibrio de arenas (dunas que han pasado a ser paseos marítimos), si hemos instalado diques o espigones que modifican corrientes litorales.
La mejor forma de conservar y convivir con la naturaleza es estudiándola, respetándola y adaptándose a ella. Tratar, con soberbia ingenieril, de dominarla y modificarla, es caro y a la larga inútil.