Opinion

Espejismos

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Se me ha ido la fe. No sé en qué mar surcan mis plegarias; pero aún, como en una caracola, suenan lejanas las olas de mi esperanza. Las manos del Prendimiento son para mí esa caracola en la que aún oigo y siento el yo que un día fui. Lo que yo un día fui, cuando dudaba de la fe, pues creer es dudar. La Semana Santa es una mentira demasiado bella que merece ser perdonada, pues muestra una devoción que, aun falsa en su piel, es sincera en su corazón. Mi espíritu es demasiado rebelde como para creer en todo ese enjambre de palabras eclesiásticas, pues el daño que ha hecho el hombre a la Iglesia en la historia es devastador y grotesco. En toda Iglesia existe Dios, y también el demonio. Dios sólo escucha; el demonio habla, y la palabra del hombre sólo dice palabras desvirtuadas de una verdad tan lejana que hoy nos parecen difuminadas. El hombre, desde que Jesús murió en la cruz, no ha sabido seguir su ejemplo, mas nunca supo escuchar. ¿Cómo va a saber hablar?

La Semana Santa es una demostración de negación de todo lo que él nos mostró. Adorar a figuras es el ejemplo de que el hombre es el mayor fracaso de Dios y la decepción de su hijo. Yo disfruto de esta Semana Santa tan nuestra como una muestra cultural de obras de arte que salen a la calle. Bellísima reproducción de la vida y la muerte como el hombre la quiere ver. no como Jesús quiso. Y de todos estos maravillosos sinsentidos que el hombre expresa, es el rostro del Prendimiento el único sentido que encuentro. La talla del Prendimiento, con su manos atadas, ¡como un ladrón llevado martirizado!, con los ríos de sangre chorreando. es lo mismo que la Iglesia ha seguido haciendo con el hombre.

La Iglesia son esos romanos crueles y el Prendimiento es el hombre que, atado, calla y sufre. Y San Pedro, que bajo el olivo suplica perdón. Perdonad al hombre y a la Iglesia, pues no saben lo que hacen. Y el olivo, que es la naturaleza y la verde esperanza, único rayo de luz que las manos y los ojos de Jesús. ya no ven. ¡Qué hermosa equivocación nuestra tradición religiosa, donde anidan sentires tan sinceros que merecen ser perdonados!