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Sociedad

DEFIÉNDASE EL ACUSADO

MANUEL ALCÁNTARA
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Todos los que consideramos a la figura de Cristo, no sólo la más influyente, sino la más conmovedora del trocito de Historia que más gravita sobre nuestras vidas, nos sentimos un tanto estafados por su desvirtuaciación. Su vicario en la tierra está siendo acusado de proteger a clérigos pederastas. Una cosa es el compañerismo y otra el encubrimiento. La amistad debe ser una ciencia exacta y si un amigo entra en la cárcel, por lo que sea, estamos obligados a llevarle tabaco, pero no a solidarizarnos con su delito. Quiero decir que no debemos tacharlo de nuestra agenda y puede seguir siendo amigo hasta la muerte, pero nunca cómplice. Conciliar dos cosas tan difíciles como la razón y la fe no debe llevar a nadie a la irracionalidad ni a la absoluta certidumbre de lo indemostrable. «O creyente o pensante», que decía Schopenhauer, que bien sabe Dios que no era más bruto que algunos párrocos.

Tendrá que defenderse Su Santidad de proteger, entre otros depravados de sotana, a ese cura que abusó de 200 niños sordomudos. Eligió, justo es reconocerlo, a la clientela más apropiada. Los inocentes muchachos de su equívoco harén involuntario no podían delatarle. Qué asco que haya gente así por el mundo y, sobre todo, que haya gente que crea que hay que protegerla. Hay que escoger a los protegidos, ya que una cosa es ayudar al prójimo y otra darles lo que se tenga y otra que las donaciones sean siempre por el mismo sitio.

Mucho mejor que evitar el escándalo sería no cometerlo. El problema es muy serio y por fortuna, con todo respeto y con alguna prudencia, ahora es posible abordarlo o, al menos insinuarlo. ¿Qué se puede hacer con tanto clérigo 'maricozón'? Cualquier cosa menos encubrirlo. El asunto no pertenece a la teología, sino a la higiene.