PATENTE DE CORSO
Actualizado:Si cualquier articulista español se sintiera obligado a delatar todos los desmanes y tropelías económicas, no siempre urbanísticas, habría que decirle que había equivocado su vocación: tenía que haber sido detective o confidente de la policía. Los periódicos pretenden asomarse a la historia de cada día, pero lo hacen sin perspectiva histórica. Quienes contribuimos a hacerlos somos todos cronistas de la actualidad. ¿Quién pudo saber, en su época, que la célebre Guerra de los Treinta Años iba a durar tres décadas? Sólo los profetas del pasado tienen algunas probabilidades de acertar. ¿Quién nos iba a decir a nosotros, por ejemplo, que el ex presidente balear, Jaume Matas, iba a incrementar su patrimonio personal en esa inaudita medida? En cualquier caso este señor ha conseguido la mejor de las coartadas: justifica sus precipitados millones con el ahorro familiar. Curiosamente todo era en dinero negro.
¿Cómo sería España con menos sinvergüenzas por metro cuadrado? No lo sabremos nunca, ni siquiera cuando hayamos superado la crisis que han traído los políticos ineptos y los golfos consuetudinarios. El caso Palma Arena quizá exija echarle varias de cal, pero también requiere desenmascarar a los sepulcros blanqueados con su Frankenstein dentro. ¿Cómo se puede ocultar tanto dinero diciendo que procede de herencias familiares nunca declaradas? Para hacerlo verosímil lo primero que hay que probar es que se tiene familia. Más fácil es justificar con artimañas que se enriqueció posteriormente y no se vio en el trance de los huérfanos, que tienen la ventaja de no tener que hacer regalos el Día del Padre. El problema de España es sobre todo moral. A ver cuando hay dos partidos hegemónicos: el de las personas decentes y el de las otras. Quizá fueran desiguales, pero sabríamos a quién votar.