Rescate con ayuda del FMI
El nuevo anuncio de apoyo a Grecia es más concreto y por lo tanto más creíble
Actualizado:La crisis financiera y económica y en especial el hundimiento de Grecia está obligando a los gobiernos europeos a tomar medidas urgentes para fortalecer el modelo de gobierno económico en torno a la moneda única y el mercado interior. Ayer, Francia y Alemania volvieron a liderar a regañadientes a la UE y propusieron, en el marco del Consejo Europeo, un rescate basado en préstamos bilaterales por parte de Estados miembros y una intervención del FMI para establecer las políticas adecuadas e incluso financiar una parte de las ayudas. Con esta propuesta, los dos países motores de la integración van un paso más allá que el 11 de febrero, cuando anunciaron que apoyarían a Grecia, en un intento de que esta declaración bastase para no tener que tomar medidas concretas, a base de generar algo de confianza y de que el Gobierno heleno aplicase medidas muy drásticas de reforma. Un mes y medio después no ha sido suficiente. El nuevo anuncio de apoyo a Grecia y a otros países que lo puedan necesitar es más concreto y por lo tanto creíble. Sin embargo, la división de opiniones entre París y Berlín sigue lastrando el posible rescate y la credibilidad del sistema de gobierno económico. Por un lado, Alemania, apoyada por Italia y por Holanda, no quiere pagar la mayor parte de la factura y prefiere encomendar al FMI buena parte de estas tareas cuando se plantee el caso. Por otro lado, París, respaldado por la Comisión, el BCE y la mayoría del grupo de países pertenecientes al euro, prefiere fortalecer un gobierno económico europeo y se resisten a la intervención del FMI en asuntos europeos, algo que ven como una intromisión. De este modo, Merkel ha hecho el anuncio del posible rescate recalcando que se trata de un plan de «último recurso» y que Grecia ya está tomando medidas muy profundas que deben dar resultado. También ha añadido que se debe reformar los tratados para incluir mecanismos europeos con los que afrontar este tipo de crisis, un verdadero brindis al sol después de lo que ha costado aprobar la reforma de Lisboa. La parte positiva de esta situación es sin duda que por fin se ha puesto en marcha un muy necesario debate sobre el gobierno económico de Europa y que ningún país, ni siquiera Alemania, cree ya en las soluciones nacionales.