Coriolis y el narco
En tiempos de globalización, los males locales sólo pueden ser atajados con soluciones globales
Actualizado: GuardarEn el hemisferio norte, el líquido que sale de un desagüe gira en el sentido de las agujas del reloj. En el hemisferio sur, la corriente va en la dirección contraria. Los físicos llaman a este fenómeno 'efecto Coriolis', pero los que somos de letras no acabamos de entender cómo es posible que una misma ley pueda producir resultados opuestos en condiciones similares.
En la política contemporánea existe una ley parecida. Hay un fenómeno -la globalización- que produce efectos contrarios en lugares distintos. Mucho de lo que sucede en Somalia o en Haití, como en el G-20 o en la UE, se explica por la dificultad cada vez mayor de gobernar las cosas que más importan, la inmigración o las finanzas, los recursos energéticos o el crimen organizado. Entre los dos extremos, entre Puerto Príncipe y Davos, entre la destrucción de los poderes locales y la formación de superpoderes globales, se multiplica el número de las situaciones en las que el Gobierno convive con el desgobierno. La geografía de la globalización no entiende de fronteras.
El caso de México es un buen ejemplo de cómo funcionan estas situaciones intermedias. La explosión de violencia en algunas regiones del país es de tal magnitud que el Estado parece haber perdido el control sobre el territorio. A pesar del imponente despliegue militar en Ciudad Juárez, una población de poco más de un millón de habitantes, se han producido más de 2.600 muertes violentas el año pasado, y más de 600 en lo que va de año. Pero eso no significa que todo México esté en manos del narco, o que México sea un Estado fallido. La prueba es que, salvo en ciertas regiones, la tasa de muertes violentas es comparable con la de países que tienen indicadores socio-económicos similares.
El crimen organizado tiene hoy, y ha tenido siempre, raíces locales. Contrabandistas y bandoleros vivían a caballo de las fronteras. La novedad está en que las condiciones para el desarrollo del crimen se han vuelto transnacionales: las rutas, el destino de las mercancías, la circulación de los capitales, las redes de complicidades. En las últimas semanas, el presidente Calderón ha anunciado un giro en su demagógica política de 'guerra' al narco y ha apostado por políticas de reconstrucción del tejido social. La Administración norteamericana ha anunciado su apoyo a esta iniciativa. Obsérvese, sin embargo, que el éxito de estas políticas, en tiempos de globalización, dependerá necesariamente de factores externos: desarrollo económico, inmigración, control de las inversiones contaminadas, etc. Y, por supuesto, de cómo evolucione el comercio mundial de las sustancias prohibidas.