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Un grupo de alumnos de la escuela taller Azahares de Jerez en plena actividad. :: L. V.
Jerez

Unos alumnos muy cofrades

Hasta 16 hermandades de la ciudad se han visto beneficiadas de los trabajos realizados por los jóvenes durante los dos últimos años La escuela taller Azahares ha recuperado numerosas piezas religiosas de Jerez

L. V.
JEREZ.Actualizado:

La escuela taller Azahares ha recuperado un gran número de piezas del patrimonio religioso de Jerez para casi la mitad de las hermandades de penitencia, así como para otras corporaciones de la Iglesia. Concretamente, para 16, para el Oratorio Festivo-Colegio Padre Torres Silva y para el propio Obispado de Asidonia-Jerez. Se trata, además, de una escuela promovida por la Delegación de Fomento Económico del Ayuntamiento y subvencionada por el Fondo Social Europeo y la Junta de Andalucía que ofreció formación a 35 jóvenes, que pudieron elegir entre los módulos de bordado, dorado y orfebrería.

Durante sus dos años de desarrollo (2007-2009), los alumnos cumplieron objetivos como la recuperación de oficios artesanales relacionados con el arte cofrade, mediante la enseñanza de las técnicas empleadas tradicionalmente y con el fin de no quedar al margen también propició que los participantes contemplasen la posibilidad del autoempleo al término del proceso de formación.

El balance de los resultados de la experiencia es muy positivo, tanto en el plano formativo de los alumnos como en la recuperación de numerosísimas piezas de gran valor histórico y artístico, y que forman parte del patrimonio que celosamente las diferentes hermandades salvaguardan para las generaciones venideras.

El delegado de Fomento Económico, Francisco Lebrero, destaca de esta experiencia que el grupo de alumnos formados, tanto en la escuela taller Azahares como en la anterior, Parihuela, «forman parte de una masa crítica profesional con una solvencia contrastada y reconocida que deberían crear en un futuro cercano un tejido empresarial constructivo en nuestra ciudad y ser referente en toda la provincia».

Entre los trabajos más importantes que han llevado a cabo los alumnos de este taller, realizados bajo la dirección y supervisión de un equipo de profesionales, se destacan algunos como la sustitución del terciopelo del manto de la Virgen del Valle por uno nuevo. Las piezas bordadas del original fueron recortadas una a una, limpiadas y cosidas con oro al nuevo material. Las estropeadas o suficientemente finas como para no ser recuperadas se tuvieron que elaborar nuevas, bordándose en oro y directamente sobre el nuevo tejido. La mayoría de las originales han tenido que ser reparadas, rematadas e incluso suplementadas.

También destaca la restauración de los 12 varales del paso de palio de la Virgen del Valle. Para ello fue necesario el desmontaje y limpieza de los tramos de los varales, la soldadura de los elementos deteriorados, el enderezado de todas las piezas deformadas, el pulido, desbastado y abrillantado de todas las superficies, el plateado electrolítico por mediación de baño galvánico y el montaje final.

Restauración

Significativa ha sido, igualmente, la restauración integral y ejecución de una nueva cruz del Cristo del Amor del Oratorio Festivo, una imagen proveniente quizá de la herencia jesuita, del final del siglo XVII o principios del XVIII, con cierta similitud con el Cristo de la Lanzada, tanto en morfología como en policromía. Para ello se eliminó la policromía existente, realizada con esmalte sintético de una más que dudosa calidad. Posteriormente se eliminaron los postizos realizados con escayola así como los clavos que sustentaban los brazos.

Se subsanaron sendas quemaduras en el hombro y pierna izquierda; se procedió a rehacer tres dedos de la mano izquierda y dos de la mano derecha así como otras partes de la anatomía; se ajustó parte del ensamble de la madera abierta por humedad; se estucaron las múltiples lagunas existentes en la imagen, con reintegración de policromía y posterior acabado con barniz de dammar; y se procedió al tallado de nueva cruz en madera de pino viejo, de forma directa terminándose en acabado natural a base de cera tintada y aceite de linaza.

Por parte del módulo de orfebrería se ejecutó el juego de tres potencias y tres clavos a través del método de cincelado, todo ello plateado. Para su sujeción a la cruz se ha mejorado por medio de un perno a la altura de las vértebras lumbares, pasante al travesaño vertical de la misma.

Importante ha sido, asimismo, la restauración de dos faroles para la Hermandad de la Borriquita, que se encontraban en un lamentable estado de mantenimiento. El proceso de rehabilitación consistió en el desmontaje íntegro de todas las piezas, eliminando para ello todas las soldaduras de estaño. Después se reconstrujo la cabeza del farol por medio de soldaduras de plata para posteriormente montarlo, pulirlo y platearlo. También se sustituyó la estructura del alma interior del mástil por un tubo nuevo de latón, siendo su recubrimiento retocado, pulido y plateado.

Ciriales

La elaboración de cuatro ciriales para el Oratorio Festivo fue un trabajo que consistió en la construcción de cuatro nuevos ciriales compuestos por cuatro tubos repujados y cincelados, bolleja superior y remate de anagrama de María, todo ello pulido y plateado.

La culminación de un simpecado para el Obispado de Asidonia-Jerez, que inició la extinta escuela taller La Parihuela, fue otra de las grandes prioridades de la escuela taller Azahares. Se realizó para ello el pie en madera noble por el módulo de dorado, el mástil y la imagen de María por el módulo de orfebrería y los remates del paño del Simpecado por el módulo de bordado, así como los borlones. Se procedió a un montaje secuencial consistente en la colocación de todo el tejido en un armazón con forro posterior. En el centro de dicho estandarte se fijó la imagen de María en plata, todo ello sobre el mástil que descansa en el pie de madera.

Techo de palio

El techo de palio de la Hermandad de la Soledad es de terciopelo color amatista, bordado en oro y sedas de colores. En el centro está bordado el escudo de la Hermandad. Del escudo surgen unos roleos enfrentados que se adornan con hojas de acanto. Es obra del taller de Esperanza Elena Caro y fue estrenado en la Semana Santa del año 1954.

El bordador Fernando Calderón fue el encargado de coordinar los trabajos de restauración en la escuela taller, unas labores que comenzaron con la limpieza en seco de los bordados con bicarbonato de la mitad del palio. A continuación se llevó una esmerada y minuciosa labor de recuperación del bordado original.

Para su desarrollo, la escuela taller Azahares contó con la colaboración de un número importante de hermandades que cedieron sus instalaciones y enseres para la realización de las prácticas del alumnado. Las relaciones de éstos con todas estas corporaciones fueron magníficas, con el objetivo de conservar el patrimonio artístico y cultural en beneficio de los jerezanos y jerezanas y del colectivo de alumnos, que de esta manera pudieron realizar prácticas reales.