Israel y EE UU prolongan su disputa
El primer ministro hebreo insiste en el ataque a Irán mientras el líder demócrata reclama avances en el proceso de paz La cita de Obama y Netanyahu por la crisis de las colonias evidencia la tensión entre ambos países
Actualizado:Debe ser una de las visitas oficiales más tensas que se hayan vivido en la Casa Blanca de Barack Obama, si no la que más. A puerta cerrada, sin fotos de cortesía, declaraciones de prensa o comunicado conjunto, el anfitrión se retiró a sus aposentos horas antes de que el primer ministro Benyamin Netanyahu abandonase la residencia, y todavía hubo una segunda ronda sin acuerdo en la misma noche.
Las señales de que el mandatario israelí no venía en busca de la reconciliación se habían manifestado a lo largo del día. Su discurso ante el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos (Aipac), uno de los 'lobbies' judíos más poderosos y conservadores de EE UU, había sido radical y sin concesiones. «Jerusalén no es un asentamiento, es nuestra capital», dijo desafiante. Con esa frase defendía la construcción de 1.600 viviendas en el ala de la ciudad santa que reclaman los palestinos. Su anuncio hace dos semanas, en plena visita del vicepresidente Joe Biden, enfureció a Obama, torpedeó las negociaciones de paz y desató el mayor cisma con EE UU que se haya visto en décadas.
Si aquél anuncio resultó inoportuno, no lo fue menos el de los 20 apartamentos que se construirán en el Hotel Shepherd del Este de Jerusalén, aprobado apenas horas antes de que Obama le recibiese en la Casa Blanca. No era de extrañar que el mandatario estadounidense, que celebraba la dulce victoria de su reforma sanitaria, prefiriera aislar el encuentro de la opinión pública.
Netanyahu exhibió su poder con el Congreso, cuyas campañas dependen en buena medida de la financiación de los 'lobbies' judíos, al ser recibido con alfombra roja por sus líderes. «En el Congreso estamos con Israel», declaró sumisa la portavoz demócrata Nancy Pelosi. «Cuando se trata de Israel hablamos con una sola voz».
En ese clima, el mandatario israelí no tuvo problemas para desviar rápidamente el tema de los asentamientos y centrar la conversación en algo que le interesa más: atacar a Irán. Netanyahu les apremió a que «pongan rápidamente sobre la mesa del presidente» una ley para sancionar al país persa «incluso si hay daños colaterales y los que salen heridos son ciudadanos ordinarios del pueblo iraní», dijeron fuentes del Congreso a la prestigiosa web 'Político'. Un deseo que algunos congresistas republicanos llevaron más lejos, como Lindsey Graham, que en su discurso ante Aipac pidió un ataque militar «a toda escala» que no deje «piedra sobre piedra» en el país persa. «El Congreso te guarda las espaldas», prometió.
El encuentro
Más de la mitad de los legisladores, así como embajadores de 50 países, se encontraban sentados entre el público, que recibió con ovaciones las desafiantes palabras de Netanyahu. Revestido con esa gloria entró en la Casa Blanca con paso firme a las 5.30 de la tarde en punto, y se pasó hora y media en el Despacho Oval, donde según el diario hebreo 'Haaretz' ambos mandatarios sólo lograron reafirmar sus diferencias.
En ese punto Obama se marchó a su residencia mientras el primer ministro israelí convocó a consultas a su ministro de Defensa Ehud Barack y sus asesores. Por si la partitura no resultase ya suficientemente inusual, otra hora y media después Netanyahu pidió volver a hablar con Obama, que regresó al Despacho Oval para concederle media hora de prórroga, en la que al parecer tampoco hubo progresos.
Ambos mandatarios se retiraron pero dejaron a sus equipos trabajando en busca de una fórmula para impulsar las negociaciones de paz. A las dos o las tres de la madrugada, según la fuente, éstos decidieron dejarlo para el día siguiente. Netanyahu canceló ayer todas sus entrevistas mientras los equipos seguían inmersos en una ardua diplomacia, sin que se supiera siquiera a ciencia cierta cuándo abandonaría el país.