Las huellas pueden condenar a un lituano, acusado de un asalto con secuestro en Sanlúcar
La Fiscalía le pide 29 años y medio por un violento robo que ya fue enjuiciado en 2008, y en el que sentenciaron a otro de los atracadores
| CÁDIZ.Actualizado:Rápidos, violentos y muy eficaces en sus golpes, que suelen tener una fuerte inspiración en las estrategias que emplean los militares en sus escaramuzas. Así suelen actuar las bandas de atracadores de la Europa del Este, que generan una gran alarma social porque no les suele temblar el pulso cuando algo se interpone en su camino. Y con ese sello de violencia un grupo de lituanos asaltó una vivienda de Sanlúcar el 18 de septiembre de 2007. Uno de los cuatro ladrones ya fue enjuiciado por la Audiencia en julio de 2008, pero ahora los hechos vuelven a recordarse en la Sección Cuarta porque un segundo sospechoso fue arrestado por esas fechas, y ahora debe sentarse en el banquillo de los acusados. Unas huellas suyas pueden suponerle una severa condena.
La vista oral arrancó ayer con la declaración de Mantas D, de 31 años. El 24 de julio de 2008, dos días después de que su compatriota y supuesto compinche fuera sentenciado a 25 años de cárcel, era arrestado en una vivienda de Torrox (Málaga). Sus huellas habían aparecido en el vehículo que usaron los atracadores pero la Policía no dio con él hasta un año después. En la vivienda encontraron documentación relativa al procesamiento de Zabachidze Gija; un hallazgo que las acusaciones consideran esencial para demostrar la conexión entre ambos lituanos. Sin embargo, el acusado negó conocerlo y el ahora condenado, que testificó ayer en calidad de testigo, dio la misma respuesta. Ambos aseguran que se vieron por primera vez en prisión, aunque ninguno pudo aclarar por qué la documentación personal de uno de ellos obraba en poder del otro sin mediar conocimiento alguno.
Pero ésa no es la única prueba de peso que tiene en su contra Mantas D, para quien la Fiscalía pide hasta 29 años y medio de cárcel. Unas huellas suyas aparecieron en una bolsa de plástico que iba en el BMW X5 que le fue requisado a los ladrones. La respuesta del acusado fue que él había comprado ese coche y lo había vendido a un rumano en Málaga y que eso explicaría que sus huellas aparecieran en el vehículo. No aportó prueba alguna de esa transacción mercantil, entre otros aspectos porque ese todoterreno consta como sustraído meses antes del asalto.
Y el tercer pilar probatorio es la identificación que hizo el propietario de la vivienda. Cuando los atracadores llegaron a la casa, en el interior estaba la mujer y sus dos hijos pequeños, de 6 y 10 años. A los tres los obligaron a meterse en un dormitorio, les ataron y los amordazaron. Hubo una cuarta persona que también accedió al inmueble. Un vecino que se dio cuenta que algo estaba ocurriendo y que al entrar fue llevado también a la estancia donde estaban los rehenes a empujones, lo tiraron al suelo, le ataron y le amenazaron con cortarle el cuello. Pero ese vecino ya había avisado antes a la Policía.
Al mismo tiempo, el propietario de la casa llegó a la entrada de la finca y como relató ayer en el juicio, vio un vehículo extraño en la puerta. Se trataba del BMW y al volante, según este testimonio, estaba el acusado a quien vio «sin lugar a dudas». Mantas D. fue identificado también en una rueda de reconocimiento tras su arresto. Ayer en la sala de vistas, el marido y padre de las víctimas lo volvió a señalar a través de un biombo.