Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizJerez
Jerez

Denuncia un intento de abuso sexual de un desconocido que se subió a su moto

Fue abordada en la rotonda de las Torres de Córdoba por un joven que empezó a tocarla y trató de llevarla tras unos setos

W. J.
JEREZ.Actualizado:

Había sido un fin de semana tranquilo. Lo apuraba, este pasado domingo por la noche, en el apartamento de su novio, en la calle Fernando Viola. Estuvieron viendo una película, 'En el valle de Elah'. Pero el sueño pudo con ella y decidió marcharse a su casa a dormir. Rondaban las doce y media de la noche, cogió su moto y emprendió un trayecto que en condiciones normales completaría en poco más de cinco minuto. Pero no fue así. Tardó mucho más por un episodio que afirma que no olvidará nunca.

Se hace llamar Lucía. Es un nombre ficticio, porque prefiere salvaguardar su identidad. Esta joven jerezana de 27 años dice que quiere relatar lo que le sucedió «por si sirve para evitar que le pase a otras chicas; no me perdonaría que le sucediese, por ejemplo, a mi madre, mi hermana o mi sobrina, que viven conmigo, porque yo no hice nada». También para poner de manifiesto la falta de medios que padece la Policía Nacional en Jerez, una realidad que, según apunta, impidió que la atendiesen como su caso merecía y, posiblemente, que un agresor sexual fuese capturado.

El termómetro marcaba 13 grados de temperatura. La noche era agradable. Apunta que «apenas se veía gente por la calle». Conducía tranquila, deseosa de llegar a casa para dormir. Dejó atrás la rotonda de la plaza del Caballo y enfiló la de las Torres de Córdoba. «No se veía ni un alma», insiste. Tuvo que aminorar considerablemente la marcha para meterse en dirección a la rotonda del Catavino. Tanto hasta casi frenar del todo. Y en ese momento sucedió todo. Muy rápido. No hubo margen posible de reacción, dice.

Unos segundos angustiosos

Un desconocido salió de repente de entre unos setos y se abalanzó sobre su moto. La agarró por detrás para pararla del todo y se subió a ella. 'Abrazó' a Lucía, apoyó la cabeza contra su costado y empezó a tocarla. «Intentó llevarme hacia los arbustos, pero entre los golpes que le di y los acelerones pudo quitármelo de encima», relata. Fueron los segundos «más angustiosos» de su vida, reconocía ayer aún visiblemente nerviosa.

El agresor salió corriendo y se perdió en la oscuridad. Pudo quedarse con algunos detalles de su fisonomía: «Era más bien bajito, debía medir 1,65 más o menos, delgado, con pelo negro y morenito de piel». No llegó a verle la cara, pero, «por su forma de correr y su cuerpo», debía ser una persona joven, «un chavalito».

Lo primero que hizo Lucía tras tranquilizarse fue contactar con su novio. Éste le aconsejó que llamase inmediatamente a la Policía Nacional. Así lo hizo. Y en ese momento llegó la segunda sorpresa desagradable de la noche.

Respuesta policial

La respuesta que recibió de su interlocutor policial la dejó helada. Le explicó que sólo disponían en ese momento de un coche patrulla operativo en la ciudad y le aconsejó que ella misma «diese un vuelta por la zona» por si veía a su agresor, y que, en tal caso, volviese a llamarles por teléfono para señalarles dónde y enviar a alguien.

«No podía creer lo que me estaban diciendo; es vergonzoso que a alguien le pase algo como lo que me pasó a mí y la Policía no puede atenderte por falta de medios», se quejaba ayer Lucía.

Ayer por la tarde, ya un poco más tranquila, la joven presentó una denuncia en las dependencias policiales. Señalaba que no confiaba demasiado en que pudiesen dar con su agresor, pero «al menos hay que intentarlo; no me lo podría perdonar si le pasa algo parecido, o peor, a alguien de mi familia». «No sé si esta persona lo había hecho antes otras veces, ni si volverá a hacerlo o no, pero por mí que no quede; y si mi historia sirve de algo, pues bienvenida sea».