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Chimenti se rompió la mano él solito por la impotencia del gol que encajó ante la Sampdoria por obra de Cassano. :: LA VOZ
LA PRÓRROGA

La maldición de los porteros de la Juve

Buffon y Manninger están lesionados y a ellos se sumó Chimenti, lo que abre la puerta a un juvenil de 20 años

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
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A la Juventus de Turín no le va nada bien. En Champions su mayor proeza fue ganar al Maccabi de Haifa y quedó apeada con un 4-1 del Bayern. También fue eliminada la semana pasada de la Europa League con idéntica goleada ante el Fulham. Es sexta a quince puntos del Inter. Vive el drama de la falta de personalidad. Los fichajes le salieron rana -Diego es la sombra del que era en el Werder Bremen- y ha tenido que echar a su chico a lo Guardiola, Ciro Ferrara, entrenador joven, sin experiencia y de la casa, para llamar en enero a Zaccheroni, viejo lobo, resabiado y mercenario del Calcio, a ver qué puede hacer. Es una crisis histórica y el mejor ejemplo del estado de ánimo está en la portería. Han perdido tres guardametas y se plantean echar mano del cuarto, un chaval de 20 años de los juveniles. Tras las lesiones de Buffon y Manninger, el detalle que lo dice todo es cómo ha caído el tercero, Chimenti. La buena o mala suerte del fútbol, por qué un equipo funciona y otro no es un misterio inenarrable, pero a veces hay escenas que dan la idea exacta de la atmósfera ineluctable que envuelve a un club. En el caso de la 'Juve' esa escena se produjo el domingo por la noche en dos actos y el protagonista trágico es Chimenti. Primer acto, golazo de Cassano a doce minutos del final desde casi medio campo que pilla al portero a por uvas. Chimenti cae en la red como un saco de patatas. Segundo acto, Chimenti entra en el vestuario como una furia, da un puñetazo en una mesa y se rompe una mano. Sin deshonrar a sus compañeros se puede teorizar que, más que preocuparse por él, pensarían de inmediato que era el último portero que tenían. El ambiente en las duchas debió de ser helador. Merece la pena detenerse un momento en Chimenti, veterano de 40 años. Quién sabe lo que pensó mientras le escayolaban la mano. Seguramente que también se sellaba la última oportunidad de su carrera. Ya era un milagro que le tocara jugar siendo el tercero en un equipo cuyo titular es Buffon. Pero encajó siete goles en dos partidos, con Siena y Fulham, y acababa de tirar por la borda el tercero y último. Antonio Chimenti se crió en la Sambenedettese, la 'Samba', histórico club de San Benedetto del Tronto, en el centro del país, un equipo abonado al sotobosque de las categorías inferiores del Calcio, en el que también crecieron su padre y su tío, delanteros de renombre en provincias. Antonio Chimenti fue el que mejor salió de la estirpe familiar, pero en puerta, contra los genes. Culminó su trayectoria en la Roma, del 1997 a 1999, y luego en Lecce.

En 2002, el sueño: le llamó la Juventus. De segundo de Buffon, pero todo era esperar la oportunidad. No llegó, como les pasa a muchos segundos porteros, un oficio de lenta melancolía. Ahí empezó su parábola descendente, desapareció en la sombra y entró en el circuito de cesiones. Cuando volvió a la Juve, hace año y medio, ya fue de tercero. La suerte le dio una última ocasión de oro hace una semana. Pero le pilló cansado, quizá era tarde. La maldición lapidaria de Chimenti puede ser ahora la oportunidad de la carrera del cuarto portero, cosas del fútbol y de la vida. Se llama Carlo Pinsoglio y acaba de cumplir 20 años. Es el guardameta de los juveniles y de la selección Sub-20.

Dicen que promete. Zaccheroni quizá lo alinee el jueves en el partido decisivo contra el Nápoles. También un día, en 1995, se puso por primera vez bajo los palos en Serie A Gianluigi Buffon, con sólo 17 años. Era un Parma-Milan. Ya no se recuerda a quien le quitó el puesto.