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El argentino Leo Messi dio todo un recital de fútbol en La Romareda y el Barcelona sigue firme en su lucha por el título. :: AP PHOTO
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Leo Messi es de otro planeta

El Barça sigue firme en la lucha por el título, aunque el Zaragoza no se dio por vencido y Adrián Colunga asustó a los azulgranas al final El argentino firmó un 'hat trick' antológico y regaló un penalti al gafado Zlatan Ibrahimovic

IGNACIO TYLKO
MADRID.Actualizado:

Ante el maratón que se avecina, a Guardiola no le quedó otra que rotar. Pero con matices. En semejante estado de gracia, Messi no podía faltar. Es capaz de resolver por sí solo un partido tras otro y disfruta de una incontinencia goleadora digna de estudio en la mejor universidad del fútbol. Ha marcado nueve de los diez últimos goles del Barça y encadena dos 'hat tricks' en Liga. El flemón era en la boca y con ella no se juega, si acaso se pide el balón o se discute. Antibiótico, analgésico y a La Romareda, donde le esperaba un 'miura' como su paisano Ponzio, y otra actuación estratosférica, quizá la mejor de su carrera.

Aunque en los últimos encuentros jugó casi como un segundo punta, esta vez la 'pulga' arrancó desde la derecha. Da igual. Los grandes, y a éste ya se le compara con Maradona, brillan donde sea. La 'Pulga' abrió el partido de cabeza, un gol de ariete de toda la vida, y lo encarriló con una diana antológica, inolvidable. Lo tuvo todo. Fuerza y perseverancia para pugnar con Ander Herrera hasta robarle el balón; potencia y velocidad en la arrancada; desborde extraordinario que le permitió dejar sentados a Jarosik y Contini; visión para estudiar la situación del portero y clase en el remate cruzado. Increíble.

No contento con ello, buscó el sumun. Recibió de Iniesta y la clavó con una rosca envenenada. Ovación de una grada puesta en pie que contrastó con las risas por el desatino de Ibrahimovic. El sueco se mostró incapaz, ansioso, desesperado, gafado ante el gol. Justó antes del tercero de Messi, falló casi a puerta vacía. Después, desaprovechó un paso medido del argentino para lanzar a las nubes delante del portero. Y en el primer tiempo, cabeceó desviado solo y casi en el área pequeña. Menos mal para él que marcó el penalti postrero, tras otra obra maestra de Messi después de que el Zaragoza amenazara con una gesta histórica tras dos goles de Colunga al contragolpe. La cara y la cruz culé. Hay 'Messidependencia' pero a Guardiola no le preocupa porque existiría en cualquier equipo del mundo.

Diogo cambia el guión

Messi, sí, pero Puyol e Iniesta, no. Un riesgo, sobre todo en el caso del centrocampista, ya que Xavi está lesionado y sin ambos la fábrica de fútbol se queda huérfana. Apuesta por un eje más musculoso, con Busquets, Keita y Touré Yayá con más libertad, igual que ante el Stuttgart. Guardiola está empeñado en recuperar al marfileño para el final de curso como sea. Jugó Milito junto a Piqué, una pareja de centrales que conoce bien al Zaragoza. Los maños, dispuestos según lo previsto.

Comenzó el choque con pinta de que podían ocurrir muchas cosas, de que el Zaragoza vendería muy cara la derrota, que presionaría arriba, que atosigaría a los catalanes, que no recibiría el primer gol hasta que le pero un regalo de Diogo modificó el guión. Un error impropio de profesional. Se la regaló a Ibra cerca del área y eso es casi como hacerse el 'harakiri' ante el Barcelona.

La segunda mitad fue un recital de Messi, que hasta le obsequió con ese penalti a Ibra en un gesto de solidaridad y compañerismo. El Zaragoza mostró un espíritu extraordinario, puso un nudo en la garganta de los culés tras los dos goles de Colunga pero tuvo que rendirse ante la versión más 'maradoniana' del mejor jugador del mundo.