ANÁLISIS

LA CRISIS NO PUEDE, AÚN, CON LA CULTURA

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Cuando se habla tanto de la crisis, resulta extraño constatar que el pulso cultural, tanto de iniciativa privada como pública, sigue latiendo a buen ritmo. Capítulos tan significativos como el de la suspensión de la feria de tecnología SIMO, en 2008, por la ausencia de grandes empresas del sector, no se han producido, hasta la fecha, en el sector de la cultura.

La primera cita literaria del año, en término de premios, se produce cada 6 de enero con la entrega del galardón decano de las letras españolas, el Nadal. En esta edición, por primera vez en sus 66 años de historia, el premio recaía en un solo galardonado (Clara Sánchez, por 'Lo que esconde tu nombre'), y se eliminaba la figura del finalista. Por un momento, saltaron las alarmas. ¿Prescindía la veterana editorial del premio finalista por una política de austeridad? Lo cierto es que no. Como explica el director editorial de Destino, Emili Rosales, se trata tan sólo de un planteamiento literario. «Frecuentemente, el finalista daba a conocer a un nuevo autor o una obra primeriza, pero a menudo este autor quedaba a la sombra del Premio Nadal, que lógicamente tenía el protagonismo principal», aclara Rosales. Los 6.000 euros de dotación que se llevaba el finalista irán a parar al Premio Francisco Casavella, creado en memoria del escritor con la intención de dar a conocer a los nuevos valores y que se fallará en la 'rentrée' literaria de otoño.

El fantasma de la desaparición de premios surgió en Oviedo, con la cancelación inesperada del consagrado Premio de Novela Tigre Juan. Creado en 1977, el galardón estaba dotado de una considerable cuantía, que sufragaba el Ayuntamiento de Oviedo: 40.000 euros para el autor y 14.000 para la editorial, para gastos de promoción y producción. Sin otro argumento que el de la crisis económica, el consistorio ovetense decidió poner fin a este galardón de prestigio, lo que en estos días ha provocado no pocas protestas por parte de la oposición socialista, descontenta con la situación actual del premio. Mientras, se estudia la posibilidad de que la sociedad civil, con ayuda de la iniciativa privada, se haga cargo de este premio huérfano. La decisión del Ayuntamiento de Oviedo no ha provocado un efecto dominó, al menos de momento, y concursos similares promovidos por instituciones públicas siguen con vida.

Entre ellos, destaca el Premio Logroño de Novela, uno de los galardones no comerciales (que no entrega una editorial sino un ente público) de mayor cuantía de España. Son 90.000 euros en una época en que los ayuntamientos están siendo los principales afectados por la crisis; en este caso, la cuantía se paga a tres partes: el consistorio logroñés, Caja Rioja y editorial Algaida. ¿Resulta rentable para un ayuntamiento un esfuerzo económico de tanta envergadura? Eloy Madorrán, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Logroño, recalca que el objetivo está fijado a medio-largo plazo y que se busca «lograr un premio con el suficiente prestigio como para hacerse un hueco en el panorama nacional e internacional». Para ello, en las tres ediciones de este certamen que creó el entonces gobernante Partido Popular se ha contado con personalidades literarias de primer nivel en su jurado, como Jorge Edwards, Ana María Matute y José Manuel Caballero Bonald. «Esperamos que dentro de unos años Logroño también se conozca por su premio de novela, no sólo por el vino» remacha Madorrán, que dirige una concejalía, la de Cultura, que no ha reducido, según indica él mismo, la propuesta cultural.

El apartado de los premios aguanta, en general, el embate de la crisis y los principales galardones siguen en pie, con cifras más bien generosas. Ahí sigue el Premio Planeta, con un total de 601.000 euros de dotación para el ganador, pero también el Premio de Novela Ciudad de Torrevieja, que suma 485.000 euros como reclamo y el más reciente Premio CajaGranada de Novela Histórica, creado con vocación de pelear por un hueco en el panorama de la narrativa histórica y que concede 180.000 euros al ganador. En la primera edición, de 2009, la vencedora fue la periodista Mari Pau Domínguez, un rostro popular capaz de rentabilizar la inversión realizada a partes iguales por CajaGranada y la editorial Random House Mondadori.

Premios aparte, los libros se siguen vendiendo en cantidades más que aceptables. A pesar de los malos pronósticos que planean sobre el sector y a pesar, también, de la amenaza del libro electrónico, cuya consolidación en España se posterga 'sine die', el sector editorial mantuvo el tipo el año pasado. Los datos del Estudio Nielsen de 2008 daban una cifra de 113 millones de ejemplares vendidos. Fenómenos como el de la trilogía 'Millenium', de Stieg Larsson, con 2,7 millones de ejemplares vendidos en España a lo largo de 2009, han permitido que se cierre el año en positivo. Esta trilogía lleva vendidos 3,4 millones de ejemplares hasta ahora en nuestro país.

Festivales al gusto

Además de la abundancia de galardones literarios, algo que caracteriza el mapa cultural español es la cantidad de festivales de diversas manifestaciones artísticas (teatro, música alternativa, música clásica, jazz, marionetas, flamenco...), con un especial peso para el cine. Sólo en esta última disciplina, la audiovisual, encontramos festivales para las categorías más variadas: largos, cortos, animación, terror, amateur, gay, ópera prima, iberoamericano, etc. La mayoría de ellos, de financiación pública.

Uno de esos festivales, dedicado al género documental, es Punto de Vista, que se celebra en Pamplona. Cuenta con un presupuesto de 300.000 euros que sufraga el Gobierno de Navarra y que debe cubrir los gastos de producción, de personal, técnicos, la elaboración de un libro monográfico (este año dedicado a Jem Cohen), los premios y la promoción. La inversión económica le parece correcta a la directora ejecutiva, Ana Herrera, sobre todo para un festival, creado en 2005, que aún tiene que ir «cuajando y ganando en aceptación». Pese a que son años para «asentarse», Herrera sí que echa en falta más presupuesto para traer a más invitados de renombre y para diseñar una estrategia de comunicación ambiciosa. «No me quejo», aclara, «porque es un festival con una dimensión grande para una comunidad como la nuestra [Navarra]». En 2010, se han destinado, en Navarra, 81,8 millones de euros a Cultura, en un total de 4.409, según se lee en los Presupuestos Generales 2010. Una cifra que la oposición y diversos grupos consideraron más que exigua y que ha provocado diversas manifestaciones de rechazo. En otras comunidades, en cambio, los presupuestos en materia cultural siguen siendo consistentes, como los 296 millones de Euskadi, que supera en cuatro a la inversión de la Comunidad de Madrid.

Y ¿qué pasa con el Festival de Cine de San Sebastián? El Zinemaldia pese a las nubarrones del pasado año parece que continúa adelante con buen pie, eso sí con un día menos. El reajuste económico en la pasada edición (600.000 euros menos de presupuesto) no impidió que el certamen fuera un éxito de público y participación. Y han tomado buena nota de ello.

Por primera vez en una misma temporada, Madrid vivirá dos festivales: el que se celebraba en otoño para ahora a ser Festival de Primavera, cambio producido, entre otras razones, para no perjudicar a los teatros privados en el arranque de temporada. El presupuesto, como indica Paula Foulkes, directora del festival, ha ido oscilando en torno a los tres millones de euros que se fijaron en 2007. El año pasado, se redujo a 2,5 millones y en 2010 se calcula que rondará los 2,7 millones.

«La gente no cree que la cultura sea algo prescindible y, a pesar de la peor situación económica, acude a los espectáculos», sostiene la directora del festival. Para optimizar los recursos, toca echar un poco de imaginación. En este caso, ante la relativa reducción del presupuesto, el año pasado se decidió reducir de cinco a cuatro las semanas de programación y buscar una oferta más intensa y concentrada. Un teatro que, en tiempos de crisis, como se está demostrando, sale de la suya propia.

Inercias

¿Qué pasa con el mundo del arte, con la vida cultural acotada en los diversos centros creados a tal efecto? En primer lugar, es una realidad que, pese a la crisis, el público apoya como nunca las exposiciones que programan museos como el Prado; la dedicaba a Sorolla, que concluyó el pasado septiembre, atrajo a casi medio millón de visitantes, la cifra más alta de la década. Según José Guirao, director de La Casa Encendida de Madrid y experimentado gestor cultural, «en Madrid todavía no se ha notado (a crisis en el área cultural), y puede que sea en 2010 cuando se empiece a notar, porque en 2009 se han seguido las inercias y las instituciones, públicas y privadas, han reducido en los gastos menos visibles, pero sin bajar la calidad ni en el nivel de programación».

En su caso, el centro cultural que él dirige, financiado por Caja Madrid Obra Social, cuenta con la nada desdeñable cifra de diez millones de euros anuales. Esta cantidad se estableció en 2007, aumentó algo en 2008 y 2009 («2008 fue un año de mucha bonanza») y se ha mantenido así para 2010. No cree Guirao que los efectos de la crisis hayan sido significativos en el sector cultural: «Yo no hablaría aún de crisis profunda, ni debacle, ni de una retracción que se note mucho o que sea muy visible; todavía estamos en la fase de ahorrar costes, pero sin bajar ni eliminar la calidad». A su juicio, las reducciones en los presupuestos de otras instituciones culturales se mueven en torno al 10 ó 20%, «que son todavía cantidades razonables». No obstante, le preocupa superar ese umbral, algo que sí sería ya preocupante y que tendría un efecto más considerable en el sector de la industria cultural, con serias pérdidas de puestos de trabajo.

Uno de los pilares de la cultura madrileña, el Círculo de Bellas Artes, no tiene las cosas tan fáciles, pues sus vías de financiación son mixtas, y sólo una cuarta parte, aproximadamente, de sus ayudas son de tipo público. Su director, Juan Barja, considera que «la crisis es real» y que los efectos de la misma ya se empiezan a notar. En su caso, la Comunidad de Madrid ha sido el organismo que más ayuda a retirado, y de 1,5 millones de euros ha pasado a ceder un millón. El Ayuntamiento de Madrid también ha reducido su dotación y el Ministerio de Cultura, que aporta 550.00 euros, se ha mantenido en la cifra. Constata Barja que, en un año y tres meses, han perdido dos millones de euros en ayudas directas, dentro de un presupuesto de ocho millones. Una reducción que no adultera la esencia o la filosofía del emblemático centro, pero que sí se empieza a acusar.

Ante este panorama relativamente inquietante, cabe plantearse si las fórmulas tradicionales son las más eficaces. María Bella, responsable de la iniciativa Intermediae, dentro de Matadero Madrid, considera que hay que cuestionarse cómo debe trabajar una institución pública hoy, y cree que venimos de «modelos culturales y planteamientos museísticos obsoletos». Defiende un área de acción que replantee la ideas del proceso y la participación ciudadana en los mismos. «Hay mucho dinero en exposiciones, bibliotecas, pero para dinámicas culturales experimentales y de arte contemporáneo no lo suficiente; igual es porque, en España, hemos llegado tarde», analiza Bella, que este año ha visto una ligera reducción en la aportación del ayuntamiento madrileño. No obstante, cuentan con ayudas para dar luz a proyectos como 'Acción Fruta Urbana', una instalación que reflexiona sobre la posibilidad de que las calles dispusieran de árboles frutales, y no hiciera falta ir al supermercado para adquirirlos.