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La casa de Vargas, epicentro de la polémica

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En la localidad costera del municipio de Agüimes, Fernando Torres Baena organizaba jornadas de concentración deportiva con sus alumnos, en grupos de quince jóvenes que se instalaban en su casa situada en la urbanización El Edén. En la denominada Villa Edith, los adolescentes «hacían de todo menos deporte. Por la mañana se limpiaba y por la noche se hacía el sexo», según las pesquisas judiciales. «Se les pedía que no mirasen por las cerraduras de las habitaciones y que no contaran nada a los padres porque no lo iban a entender», explica el abogado Francisco Mazorra sobre estas convivencias, en las que se realizaban todo tipo de prácticas sexuales. Incluso en algunas declaraciones judiciales se relatan episodios de zoofilia. Los vecinos destacan hoy el carácter «prepotente» y «elitista» de Torres Baena: «Yo tuve varios roces con él. Parecía que nadie le podía toser», explicó uno de ellos. «Las chicas se cambiaban y hacían top-less en plena vía pública y te reprendían al percatarse de la atención vecinal», comentó otro. En la actualidad, la casa se encuentra precintada con el coche de María José González (su pareja) aún presente en la acera. En su interior, un sujetador negro cubre un libro sobre metodología pedagógica.