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LAS BARBAS DEL VECINO

CARLOS ZAHUMERSKY
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Dice un antiguo refrán periodístico, que un español es noticia. Tres ingleses, doce polacos o 25 rusos son noticia también, pero en China nunca pasa nada. La realidad, una vez más, se impone a cualquier refrán porque en China, pese a su distancia geográfica, sí que pasan cosas. La última es que una de las multinacionales más grandes de Internet, Google, se retira de un mercado gigantesco con cerca de 380 millones de internautas.

Las causas de la salida de Google son de sobra conocidas. Su entrada en el país, allá por 2006, ya estuvo supeditada a la autocensura impuesta por Pekín.

Ni Youtube, ni redes sociales como Twitter o Facebook operan en ese mercado. Detrás de la aparente censura de contenidos 'sensibles' para el régimen de Pekín se esconde también un ánimo proteccionista de alternativas nacionales a esas páginas web como Kaixinwan o Youkoo. Desde Pekín no están dispuestos a dejar escapar un mercado de 380 millones de clientes y subiendo, aunque sea a costa de los propios clientes.

Mientras Google anuncia su retirada, en Sevilla tiene lugar un Consejo de Ministros en el que se aprueba, a pesar de las protestas, la Ley de Economía Sostenible, cuya disposición final primera permitirá cerrar páginas web si enlazan a cualquier contenido protegido por derechos de autor.

Con la excusa de arropar una industria cultural caduca que sigue empecinada en vender copias, el Gobierno aprueba una ley que, en la práctica, permite censurar cualquier página web. Aplicada de forma estricta, la ley de la ministra Sinde podría, perfectamente, derivar en el cierre de Google en España, que es el primero en enlazar todo tipo de contenidos, pero el Ejecutivo no tiene redaños para iniciar semejante litigio, lo que convierte a la nueva ley en un texto tan absurdo como arbitrario.

Quizá los maltratados internautas españoles hiciéramos bien en ir poniendo nuestras barbas a remojar.