Economia

La crisis griega destapa la pugna entre Francia y Alemania por la zona euro

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El enrarecido ambiente que se respira en Europa estas últimas semanas a cuenta de la crisis griega va camino de permanecer estancado una semana, cuando menos, hasta la cumbre europea del próximo 25, momento en el que se podrá saber si Angela Merkel acepta el mecanismo europeo de ayudas a las finanzas griegas, o si la vía se cierra definitivamente y Atenas termina acudiendo a otros foros, como el FMI.

El telón de fondo en este debate no son las dificultades griegas del momento sino las dos maneras de interpretar la Unión Monetaria por parte de sus principales actores, Francia y Alemania.

Las acusaciones de la ministra de Finanzas gala, Christine Lagarde, contra Berlín, por su exitosa política de contención salarial, que ha mejorado la competitividad de los productos y servicios alemanes en el mercado interior europeo, han sentado mal entre los dirigentes germanos, que se sienten apuñalados por la espalda en momentos de gran dificultad para la estabilidad monetaria de la zona euro.

La canciller Merkel ha reconocido que el euro nació sin los mecanismos de apoyo necesarios para hacer frente a la crisis de uno de sus miembros. De ahí la estrepitosa propuesta de su ministro de Finanzas, Wolfgang Schauble, de crear en la UE una especie de Fondo Monetario Europeo, para subvenir a las necesidades de los socios del euro, en el caso de que las cosas evolucionaran mal.

Demandas francesas

Pero lo que está evolucionando mal es el entendimiento entre París y Berlín en esta crisis. La canciller Angela Merkel continúa haciendo oídos sordos a las demandas francesas de un gobierno económico para la eurozona y París responde restando urgencia a la propuesta del Fondo Monetario Europeo.

Papandreu recuerda que la vía del FMI está abierta para Grecia, aunque no espere explorarla por el momento, y Merkel anuncia que «debería ser posible» que un miembro de la eurozona la abandonara si no cumple con sus obligaciones.

Y, de paso, se separa de la doctrina francesa sobre la crisis (las instituciones del euro y de la UE son suficientes para afrontarla), dejando entrever que podría no hacerle ascos a una apelación griega al Fondo Monetario Internacional.