CARTAS AL DIRECTOR

Pensiones y paro

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Cuando uno tiene veinte y algo de años, le suena a chino, o al menos ve desfasado hablar de jubilación. Con semejante edad se piensa que eso va para los viejos y nada tiene que ver con los más jóvenes. Pero llega la hora, nos ponemos serios , nos llenamos de responsabilidad y comenzamos a pensar en el día de mañana, en nuestra vejez y para llegar a una situación sostenible tenemos que asegurarnos para tener la paga de jubilado. Ya son muchos los españoles que, independientemente a las cotizaciones que realizan a la Seguridad Social, se crean sus planes de pensiones privados para que, llegado el momento de la jubilación, no verse con apuros económicos. El propio gobierno de la nación, sabedor de la importancia de las pensiones, pacta con empresarios y sindicatos las reglas a seguir en tan importante asunto y se acentúa sobre la conveniencia de que tengamos planes de pensiones algo que si bien es muy importante no todos podemos pegarle un pellizco al salario con destino al día de mañana cuando ya hoy estamos muy a lo justo. Estoy totalmente de acuerdo en que con sesenta y un años y treinta de cotización ya se pueda decir que trabajen los romanos ..., ya no me agrada tanto, nada, el que la vida laboral pueda prolongarse más de los sesenta y cinco. Pienso que la calidad de vida, los años que nos queda de ella, hay que vivirla de otra forma. Es cierto que ya no hay peces en la Bahía y lo de entretenerse con la caña de pescar como que no, ni echándole un ojito a la mezcla porque pronto se acabará la obra del puente. En cuanto al paro, un trauma aún más grande, entiendo que en nada ayuda la prolongación de la vida laboral. He oído a un político decir, obviamente de la oposición, que si bien hablamos de cuatro millones de parados, sería conveniente de que se diese la cifra de aquellos que poseen un puesto de trabajo pero están sin cobrar y podía asegurar que son muchas las empresas que están hasta el cuello, insolvente, sin poder hacer frente a los pagos vinculantes por el hecho de tener una empresa y los bancos no son tan generosos como nos lo quieren hacer ver.