Contrastes

Los pasodobles y cuplés, que sonaban no hace tanto, se han tornado en pausadas y vibrantes marchas procesionales, qué contraste. Nuestro Cádiz es así, una ciudad de contrastes en la que todo vale y todo se imbrica sin solución de continuidad. Como, según el censo, cada vez somos menos no tenemos más remedio que servir para todo. El que hace pocos días se desgañitaba defendiendo un repertorio carnavalesco se pone un pañuelo de seda al hombro, se mete debajo de un paso a mecer las imágenes y vibra ahora con las bandas de cornetas y tambores. ¿Qué quieren? ¡Somos así!, Cádiz y los gaditanos, somos así. Lo mismo defendemos a Don Carnal que a Doña Cuaresma, aunque sean totalmente antagónicos. Es cierto que hay de todo el la viña del señor y los hay «carnavaleros, carnavaleros» y «capillitas, capillitas», pero son los menos. Entre estos últimos, los que se autodenominan «talibanes» surge ahora un nuevo envite, la carga de los pasos de Cádiz a costal ¿que les parece? Yo, que habitualmente soy defensor de las tradiciones populares, no había pensado nunca que aquí se pudiera plantear esta cuestión.

Pues ya ven, me equivoqué. No hace muchos años un nuevo paso de una cofradía gaditana señera llegó con los palos para costal. De prisa y corriendo hubo que cambiar la mesa para poder llevarlo a hombros, ¿sería un presagio de esta polémica? No lo sé, puede que fuera un mensaje subliminal, pero ahora la cuestión está en la calle y cada vez, por lo que veo, con más adeptos. En mi opinión, y ya que la Semana Santa gaditana ha mejorado mucho últimamente, deberíamos tomarnos las cosas con más calma y disfrutar con lo nuestro que es bien bonito. Para lo otro, sólo hay que coger la autopista y en un ratito a disfrutar con los costaleros sevillanos.