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Y después de su confesión: «Esto es una vergüenza»

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Pidió perdón, dijo que jamás tuvo intención de acabar con la vida de Manu, apeló al respeto que se debe tener a la Justicia e incluso subrayó cierto «remordimiento» por no haber confesado hasta el día de ayer que sí, que fue la persona que apuñaló a la víctima. Sin embargo, esos gestos estudiados del principal acusado pasaron por completo al olvido cuando comenzaron a declarar los jóvenes que habían estado la mañana del 5 de agosto de 2007 en el pinar de la Villa de Chipiona y presenciaron la agresión mortal. Miradas desafiantes a la familia de Manu, sentada detrás; más miradas de ese tipo a los testigos que uno por uno testificaban a menos de cinco metros de él y, por último, expresiones que no se quedaron entre dientes como un: «Esto es una vergüenza». El Patas se refería a las afirmaciones que en ese momento estaba dando una amiga de la víctima y que no coincidían con las que aportó hace tres años a la Guardia Civil y el juez instructor.

Su compañero de banquillo, Juan B. J, no le fue a la zaga en su comportamiento en sala, que le valió en más de una ocasión el reproche del presidente del tribunal. Hacía comentarios en mitad de los interrogatorios y llegó a lanzarle un gesto de burla a otra de las testigos. Y es que el silencio no reinó ni mucho menos en la sala: los dos jóvenes acusados no paraban de hablar con sus letrados y a hacerle matizaciones a cada respuesta que daban los testigos. Diferente fue el comportamiento de la tercera acusada, que guardaba las formas ante la atenta mirada de su abogado.

La jornada tuvo hasta el anuncio de una denuncia. El abogado de El Patas, que está generando una gran animadversión entre el público por su forma agresiva de intervenir, dijo sentirse amenazado por uno de los asistentes, que le dirigió a su pasante un gesto insultante con la mano. Le pidió a la Policía que identificara al joven.