Rabia contenida

Cada semana me ocurre lo mismo. Me siento delante del ordenador con la página en blanco y me llevo un buen rato pensando qué escribir, por dónde empezar. ¿A qué se le escribe con la que está cayendo? Hay pocas opciones, una de ellas es dar palos (merecidos) por doquier. Cargar contra los jugadores por no tener la calidad suficiente, por mostrar faltas de concentración graves en momentos claves. Criticar al entrenador y a su cuerpo técnico por no exprimir el escaso jugo que pueda quedar en la plantilla y por no tener un Plan B con soluciones de emergencia. Ir contra Julio Peguero por ser el responsable de confeccionar una terna de jugadores que salta a la vista que no están a la altura de esta categoría y de este club. O señalar como máximo culpable de esta situación al presidente, máximo accionista y mandamás absoluto del club Antonio Muñoz por volver a hacer una gestión deportiva nefasta y volver a jugar con los sueños de miles de aficionados hastiados de ver siempre lo mismo un año tras otro.

La verdad es que creo que servirían para poco cualquiera de esos palos, quizás solo para aliviar levemente mi sentimiento de impotencia y desahogarme ligeramente ante la que se avecina. Una sensación de rabia contenida que se acrecienta tras ver como un equipo también recién ascendido pero con mucha menos historia, mucha menos masa social y menos presupuesto (el Cádiz está entre las cinco plantillas más caras de Segunda) es capaz de hacer una buena planificación, de convencer a jugadores para que vayan a su club, de fichar bien y de hacer una campaña ilusionante para su afición.

La otra opción que se me viene a la cabeza para escribir es lanzar un mensaje de optimismo para hacer ver a la gente que hay confianza de que esto se saca adelante. Pero la verdad es que ese mensaje no me lo creería ni yo, que ojalá se salga pero lo cierto es que ahora mismo es complicado pensarlo. En resumen, los religiosos que recen mucho y pronto, y los supersticiosos que hagan uso de todos sus amuletos a ver si surten efecto.