Jugando al gua
Un documental sobre las costas no se verá porque a los gurús ministeriales no les gusta que se aluda a la corrupción
Actualizado:A los responsables del Ministerio de Medio Ambiente no les ha gustado que en un documental sobre las costas españolas producido para TVE se aludiera al obvio detalle de que la corrupción está detrás de los múltiples destrozos, paisajísticos y de toda índole, a que ha sido sometido nuestro litoral en las últimas décadas. Y en coherencia con lo que se espera de las autoridades de un país democrático, pensarán ellos, la solución a su malestar la han hallado exigiendo que se supriman esos minutillos antipáticos del programa, antes de emitirlo. El autor del documental, el catedrático de Costas Miguel Ángel Losada, ha reaccionado de una forma que los gurús ministeriales seguramente reputarán inapropiada: negándose a aceptar el tijeretazo. En conclusión: que nos quedamos sin ver la cosa, que ha sido financiada con 1,3 milloncejos de nada con los que apechuga el contribuyente; como con tantos otros gastos en los que, mientras faltan dineros para casi todo, seguimos sin percibir el menor recorte (desde viajes superfluos y/o de recreo hasta comilonas a mayor gloria de esa lúgubre y desvaída presidencia de turno de la UE).
No hace mucho tiempo había en el Ministerio de marras otro equipo, que fue el que impulsó la producción de la serie. Lo dirigía una mujer sólida, enérgica y competente, Cristina Narbona, que se echó a la espalda la misión de poner coto a tanto desafuero cometido a la orilla de nuestros mares. Pisó unos cuantos callos, y alguien debió de temer que eso costaría votos, amén de comprometer a quien a lo mejor no debía comprometerse. Sea como fuere, se vio convenientemente catapultada al exterior en la primera crisis de gabinete. Y eso que aportaba cuota femenina, que tan cara resulta a la mano que mece las listas.
Corregida la anomalía, conviene suavizar y templar, que no en vano en eso de haber recibido pagos inadecuados aquí y allá estamos pringados todos, y la crisis aconseja además desactivar toda postura jacobina que pueda restarle combustible a esa caldera agónica en que se ha convertido nuestro PIB. El mismo cálculo que en su día nos llevó a hacer la vista gorda con el expolio y la devastación, con los resultados de todos conocidos.
Quiere el azar que el mismo día que sabemos lo del documental censurado, caiga una red de mafiosos georgianos que se habían dedicado a lavar de forma intensiva dinero chorreante de sangre (y de otros fluidos) en esas costas nuestras arrasadas por la especulación. Aquí tenían su paraíso, esa retaguardia segura donde se hacían pocas preguntas y donde muchas voluntades estaban convenientemente en venta, ante la ceguera cómplice de no pocos ciudadanos. No llamar a las cosas por su nombre nos ha deparado estos macabros compañeros de lecho. Cuesta creer que haya, aún, quien se empeñe en seguir jugando al guá.