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Electores contrarios a Sarkozy castigan al presidente con apoyos a la extrema derecha

ANJE RIBERA
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Nicolás Sarkozy tiene una semana para evitar la debacle e impedir que se conviertan en definitivos los negativos resultados que las elecciones regionales francesas arrojaron ayer para su derecha. Sólo lo puede hacer gracias a la suma de fuertes aliados a los pobres número obtenidos por la Unión para un Movimiento Popular (UMP), pero se encuentra maniatado. Mirar hacia la izquierda es una pérdida de tiempo, en el caladero del centro hay poco que pescar porque la daena de MoDem -los herederos de Francois Bayrou- ha sido aún más rácana que la de la formación gubernamental y en la extrema derecha de Le Pen tampoco será bien recibido, en este caso por blando y pusilánime.

El Frente Nacional se ha beneficiado del debate sobre la identidad nacional abierto por Sarkozy y ha renacido de sus cenizas tras el derrumbe en las europeas de 2009 apoyado sobre los hombros del histórico dirigente de 81 años y su hija Marine. «No nos venderemos a nadier y menos a la UMP, cómplice y culpable de la política de derroche de las regiones», dijo Le Pen, padre delante de un cartel prohibido días antes que rezaba 'No al islamismo'.

Por tanto, ¿qué le queda al 'pequeño Napoleón'? Únicamente tratar de espolear sus propias huestes para que el próximo domingo no se queden en casa para engordad de nuevo la histórica abstención (53,6%) de hace dos jornadas. Y, por si acaso, también llama a los centristas que tampoco acudieron a los colegios. «Queremos tenderles nuestra mano porque si hubieran querido votar a la izquierda, ya lo habría hecho. Son bienvenidos para reforzar nuestra parte de centro», llamó ayer Dominique Paillé, uno de los portavoces de la UMP.