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La corporación, llegando con sus imágenes titulares a su nueva capilla, situada en el corazón del barrio del Pelirón, el que les vio nacer. :: ESTEBAN
Jerez

Un Consuelo para el Pelirón

La cofradía del Miércoles Santo vuelve a sus orígenes tras años en las ViñasLa corporación que preside Mateo López reside canónicamente desde ayer en su nueva capilla

JOSÉ VEGAZO
JEREZ.Actualizado:

Por fin es una realidad, y el Consuelo está en su casa. Aunque parezca ridículo considerarlo así, ya que la cofradía apenas si se ha trasladado doscientos metros más allá de la que hasta ahora ha sido su casa, la parroquia de las Viñas, para los cofrades del Miércoles Santo era una necesidad volver al barrio que le vio nacer, recuperar la génesis propia de una cofradía que no conseguía cumplir sus objetivos encarcelada en un templo que prácticamente no consideraba como propio. Y no por un problema personal, o institucional. Simplemente era sacar de su entorno natural a una hermandad que nació, creció y tenía sus objetivos fuertemente vinculados al barrio del Pelirón, al barrio al que ahora, muchos años después, han conseguido regresar.

Porque aunque en la historia de las cofradías diez años no son nada, en la historia de la hermandad del Consuelo diez años lo son todo. Entre otros motivos, porque ni siquiera tienen diez años de antigüedad. Nacida de los tan criticados Viernes de Dolores, esa jornada donde las cofradías ilegales campan a sus anchas por las calles de la ciudad sin ninguna censura eclesiástica ni institucional, el grupo de jóvenes comprendió rápidamente que tenía que implicarse en la iglesia diocesana si quería ver cumplidos sus objetivos. Y a eso se plegaron, por supuesto, pero sin renunciar a sus principios, esos que hablaban de costales, de flores, de incienso. De evangelizar usando las armas propias de la cofradía.

Tras esto, llegó el controvertido paso de la dolorosa del barro a la madera, o la impactante bienvenida al Señor del Amparo, un nazareno llamado a marcar un antes y un después en la Semana Santa cuando salga en su paso de misterio el Miércoles Santo. Llegaron los problemas en la parroquia, el cortejo perfectamente formado de la cofradía, los detalles propios de las marchas clásicas, de las chicotás interminables, de un estilo impecable hasta en lo menos evidente. Llegó todo eso después, con el paso de los años, pero el germen de aquello estaba en el barrio del Pelirón. Donde soñaban estar. Donde ahora están.

Los nuevos objetivos

Al volver al barrio, las necesidades pastorales, los objetivos, los esfuerzos... Todo cambia. Todo es nuevo para la cofradía que preside Mateo López. Posiblemente cambien incluso las personas en un corto espacio de tiempo, ya que hasta ahora compartían sede con la hermandad de las Viñas, que con un corte de cofradía más atractivo y acorde a un barrio joven y dinámico, restaba parte del protagonismo a la hermandad que ahora busca su sitio en su barrio de siempre, con una media de edad más alta que el de las Viñas, y con unas ilusiones también diferentes.

Porque es evidente que trabajo hay, y mucho. El primero, conseguir que la capilla que se ha ultimado con prisas se parezca a una sede canónica. Altares, manteles, flores, incienso y todos los elementos que en otros sitios parecen naturales tendrá que ir floreciendo lentamente en la capilla de María Santísima del Consuelo, que es como se llama la nueva sede de la cofradía.

La hermandad también espera que la devoción hacia sus titulares aumente gracias a que ahora presidirán la pequeña capilla de la hermandad. De hecho, aunque la capilla es de reducidas dimensiones, muy estrecha y con apenas 12 metros de largo, presidir la misma con sus imágenes titulares y poder celebrar sus cultos semanales con la intensidad que requieren parecen ser la solución a los problemas cultuales de la hermandad del Consuelo, que estrena también casa de hermandad en la calle Batalla de los Cueros, ya que al dejar de ser parroquial han tenido que abandonar las dependencias en las que hasta ahora hacían su vida de hermandad.

La salida procesional

Pero sin duda, el gran reto que se presenta a corto plazo es la preparación de la estación de penitencia desde su propia capilla, sin las comodidades que la amplia parroquia de las Viñas les facilitaba. Se pierde el encanto de la plaza de la Vid, pero se gana en tranquilidad a la hora de montar pasos, altares de insignias y otros elementos cuaresmales propios de las corporaciones penitenciales. La primera prueba de fuego la tiene la hermandad con el montaje del besamanos de la dolorosa del Consuelo.

Nada más llegar hasta la capilla, la mayordomía ha afrontado este primer reto con la ilusión de siempre, y ha preparado un besamanos especial para la titular de la cofradía, que reinará en su nueva sede canónica en el barrio del Pelirón. Será una buena oportunidad de comprobar el estado real de las dependencias de la hermandad del Consuelo, y de analizar las posibilidades reales y los márgenes de mejora que adquiere la cofradía ahora con el cambio de ubicación.

No hay excusas, por tanto, para que la cofradía crezca a partir de ahora. No hay excusas, porque la corporación se ha esforzado al máximo para garantizar a los hermanos la estabilidad de la corporación.