¿Quieres un niño? Pues saca la calculadora
A las parejas jóvenes no les salen las cuentas. Un bebé, en 2010, es un lujo para la gran mayoría
CÁDIZ. Actualizado: Guardar«Lo de las cunitas es un suplicio». Las hay de madera, de plástico, lacadas, con ruedas, victorianas, vanguardistas... Juan Miguel Gutiérrez García, militar y treintañero, las mira como si fueran un arcano indescifrable. «Qué de cunas, Mari. Y a qué precios». ¿La gama media? De 200 a 400 euros. «Hombre, siempre puedes comprar una en los chinos y rezar para que el niño no se intoxique», bromea. María Barrera, veintiocho años, peluquera con negocio propio, no le pega un coscorrón porque hay gente delante.
Parece que la ecuación del I+D ha funcionado en el complejo y divertido mundo de los cachivaches infantiles. Los colchones pueden ser de espuma (18 euros), de muelles (48) o de látex (120). «Una pijada, claro, pero a ver quién se niega». Luego, a la carcasa habrá que ponerle sábanas, edredón y chichoneras (100 euros mínimo, el total). El moisés no baja de los 60. La bañera, si es de mesa, tampoco. «Las hay con cambiador y sin cambiador, con cajonera y sin cajonera», explica Juan Miguel, que hace las cuentas de cabeza.
Y llegan al momento estelar del recorrido: el temido cochecito de bebé. «Algunos modelos podrían salir perfectamente en 'Transformers'», dice el futuro papá. «Alta tecnología para que el artefacto se convierta en silla, coche y silla para el coche. Le das a un botoncito y ya está». Mari vuelve la etiqueta del precio. Casi 800 euros. «¡¿800 euros?! ¡Vamos, que se come mi nómina! ¿Pero qué (interjección popular muy usada en Cádiz) hace el cochecito? ¿Tiene GPS? ¿Lo lleva solo? ¿Le da el pecho?».
Más de dos mil pañales
Para la ropa habrá que confiar en la familia. Bodys, pijamas y ropa de calle. Otra cosa son los 'consumibles'. Ocho pañales diarios, uno después de cada toma. 2.180 recambios al año. El paquete de 80 sale a 19 euros... «Ufff». Cepillos, peine, cortauñas, colonia, talco, jabón... Y la leche. Y los bibis. Y el chupete... «Todo ello contando con que no haya que pagar a nadie para que se haga cargo del pequeño, porque lo que no podemos hacer es cerrar durante un año».
Es así, más o menos, desde que se casaron, en Villamartín, en junio pasado. Le dan vueltas al tema. Pero abrir la peluquería Matices les supuso un esfuerzo considerable. Y no es que la cosa vaya mal del todo, «aunque la gente viene ahora a por el arreglito básico y no quiere alardes».
Más tarde o más temprano algún conocido les hará la dichosa pregunta, sin asomo de mala intención. «¿Qué, entonces para cuándo?» Juan Miguel y María se encogerán de hombros. Habrá que preguntárselo al Gobierno.