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El bailaor sevillano estrenó a lo grande su nuevo montaje en el Teatro Villamarta. :: JAVIER FERNÁNDEZ
LA CRÍTICA

Y el puente de Triana se hizo baile

La saga familiar al completo de los Campallo experimentó con el baile sevillano El barrio y sus cantes hilaron un espectáculo hecho a la medida de Rafael y Adela Campallo

ANTONIO CONDE
JEREZ.Actualizado:

Qué disfrute es presenciar el flamenco en toda su plenitud. Y más si es un joven con las ideas claras. Y si a esto le sumamos el crecimiento artístico de su hermana, la cosa pinta bien. Rafael Campallo posee unos recursos expresivos en su figura que son reconocibles a leguas. Un braceo que corta el aire, dibujando el flamenco con un leve movimiento. Y es que el coliseo jerezano de Villamarta se rindió a Triana, a su baile. El teatro en pie para despedir al artista en su álgido final por seguiriyas que finalizó como comenzó. El guión original rezuma una elegancia compartida entre Adela y Rafael. Sensuales efectos luminotécnicos para no desviar la atención fueron mínimamente suficientes para asombrar.

Con el telón entreabierto, cuerpos semicortados taconearon al compás de tanguillos, presagiando el futuro inmediato. Si ya el baile es trianero, el 'corpus' que aromatizó la noche y los cantes no lo fueron menos. Se arrancó por tientos Rafael, experimentando con los pies, sin llegar a taladrar las maderas, limpio en la ejecución y con una verticalidad visceral. De aquí a Triana por tangos, variopintando sonidos acompañado de El Choro y David Pérez, que escudaron la danza de Campallo. Bebió de la fuente de lo antiguo para adaptarlo a los tiempos y dejarse llevar.

El mejor momento de la noche atravesó el puente de Triana entre los dos hermanos por alegrías. Un paso a dos a modo de cortejo fraternal donde la bata de cola de Adela complació al bailaor, lo arrastró a su terreno, para dejarlo libre en la escobilla final que se marcó, impresionista y muy técnica, lo que restó algo de naturalidad. Suma y sigue con el total del grupo dándose el relevo y mostrando aptitudes buleaeras hasta que Rafael remató la faena.

El turno de Adela lo asumió en los modos de la soleá. Ha ganado enteros su baile desde la última vez que la vi. Más entera, explorando terreno sin complejos, aunque abusando ligeramente de la fuerza y dejando poco espacio a la cadencia del cante, que tuvo que acelerarse para compartir el ritmo que impuso. En el cante, más de lo mismo, Triana hasta la saciedad, algo que se utilizó para dar lucidez al título del espectáculo.

Estirpe sevillana

Aquí pudimos observar que la saga Campallo asume roles completamente diferentes, salvo en ciertos poses de muñecas que beben de la misma fuente. La parte musical vistió de color los diversos pasajes de la beldad en las guitarras de otro de los Campallo, Juan, y Eugenio Iglesias, que compartieron cartel con el cante de Jeromo Segura, Londro y Javier Rivera junto a la percusión de Antonio Montiel.

La terna de cantaores se enrolaron de nuevo en Triana con martinetes. Esencias trianeras de Los Pelaos en los lamentos hasta que el toque por seguiriyas cambió el tercio. Sobrado de condiciones, aquí se desvirtuó sutilmente su baile en pro de respetar la estudiada coreografía que traía aprendida, restando naturalidad y encajonándolo. Esto no hizo que la plaza de Villamarta se rindiera a Triana, a las vivencias expresadas en formato flamenco que trajo el artista a Jerez, cuna del cante. Parece que el niño ya ha crecido y ha tenido otras vivencias que lo apartan de lo que estila por aquí abajo. Sin desmerecer en absoluto lo que es Jerez, Rafael supo conquistar a la ciudad con algo más que baile. Y se fueron como vinieron, semicortados por el telón mientras entregaban el bis final por taconeo, donde David Pérez explotó en el último momento antes de bajarse el telón para despedirnos.