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El Príncipe, en la toma de posesión.
MUNDO

Gobernantes sorprendidos

Al Príncipe Felipe, asistente a la investidura de Piñera no le asustan los seísmos «mientras no vea a los chilenos preocupados»

MARCELA VALENTE
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La investidura del presidente chileno Sebastián Piñera estuvo marcada ayer por los seísmos. Varias réplicas -la mayor de ellas de 7,2 grados en la escala Ritcher- sorprendieron a los asistentes, entre ellos el Príncipe Felipe y numerosos mandatarios de America Latina como los gobernantes de Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay y Argentina.

La toma de posesión estaba prevista para las doce del mediodía en la sede del Congreso en Valparaíso. El primer terremoto, de 7,2 magnitud y que sacudió la zona central de Chile, se produjo unos veinte minutos antes. Otros dos fuertes temblores le siguieron y las autoridades estuvieron a punto de desalojar el edificio, según las radios locales.

El Príncipe de Asturias, invitado de honor, declaró que los terremotos no le asustan «mientras no vea a los chilenos preocupados», pero eso no evitó que suspirara aliviado cuando pasaron los 45 segundos que duró el primer temblor. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, telefoneó al heredero de la corona para interesarse por su estado de salud y el del resto de la delegación española, que según fuentes del Palacio de La Moncloa están bien. Don Felipe no fue el único asistente al nombramiento de Piñera sobrecogido por el temblor. El presidente peruano, Alan García, miró con preocupación al techo del Congreso cuando se produjeron las réplicas. El mismo gesto lo efectuaron también el mandatario boliviano Evo Morales y el paraguayo Fernando Lugo, entre otros.

Mientras en el Congreso miraban al techo, la Armada chilena envió una alerta de tsunami en la zona centro del país, la misma que padeció el terremoto de 8,8 grados el 27 de febrero. La Marina recomendó a la población de las localidades costeras entre las regiones de Coquimbo -quinientos kilómetros al norte de Santiago- y de Los Lagos -mil kilómetros al sur de la capital- dirigirse a lugares más altos. En Valparaíso la Policía recorrió las calles avisando a los habitantes de lugares cercanos a la costa que se dirigieran a la parte alta de la ciudad.

Los residentes en Santiago, donde la intensidad de los seísmos fue algo menor, corrieron a espacios abiertos y media hora después de las réplicas no se atrevían a regresar a sus puestos de trabajo. Hubo ataques de histeria y desmayos y la población entraba en los túneles del metro con mucho temor. Además, los colegios desalojaron rápidamente a los niños y las comunicaciones telefónicas se cortaron.