Paso atrás con las jubilaciones
El Gobierno decide abandonar su idea de ampliar la edad de retiro a los 67 años
Actualizado: GuardarLa preceptiva actualización del plan de Estabilidad Presupuestaria 2009-2013 presentado el pasado mes por el Gobierno español a la Comisión Europea incluía dos propuestas de reforma del sistema de Seguridad Social: el retraso de la edad de jubilación de 65 a 67 años y la ampliación del período de cálculo de las pensiones de 15 a 25 años. Esta segunda iniciativa fue retirada precipitadamente y la primera, que fue anticipada en su día por este periódico antes de que llegase a formalizarse, parece igualmente condenada. Según ha podido saber también este diario, el Gobierno ha decidido ya aplazar a la siguiente legislatura el retraso de la edad de jubilación dada su negativa repercusión político-social. Aun así, el Ejecutivo no retirará la propuesta de la mesa de negociación para no dar la imagen de un paso atrás. Prefiere dejarla morir. Sin embargo, la evolución de la demografía española, que registra un aumento espectacular de la esperanza de vida, está sobrecargando nuestro modelo de seguridad social, que es de los llamados de reparto, de forma que cada vez más pensionistas habrán de ser mantenidos por menos trabajadores activos. Se imponen, pues, reformas inexorables para evitar el colapso del sistema y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Como es sabido, desde abril de 1995, con la aprobación del llamado Pacto de Toledo por el Congreso de los Diputados, el sistema de pensiones descansa sobre un tranquilizador consenso de las fuerzas políticas y sociales que aparta un asunto tal relevante y sensible de la polémica partidista. Evidentemente, ha de ser esta instancia decisoria, residenciada en el Parlamento, la que acuerde las reformas del modelo que garanticen su perdurabilidad. En principio, el retraso de la edad de jubilación -con las excepciones que se juzguen pertinentes- no repugna al sentido común ni parece un atentado a los derechos de los trabajadores si se ve la actividad profesional más como una forma de autorrealización personal que como un castigo de la providencia. En cualquier caso, hay otras opciones, y entre ellas lógicamente la de rebajar la cuantía de las pensiones, que no parece la más adecuada. Lo imposible es que alguien pueda obrar el milagro de los panes y los peces con los recursos públicos: si no se aceptan las propuestas ya sugeridas habrá que aportar otras fórmulas para asegurar la sostenibilidad.