Abolicionistas mansos

E l antitaurino viene a ser un toro demasiado difícil de lidiar, ¡pero no por bravo!, sino por manso, por rehuir de la pelea al sentir el hierro y no entrar al trapo de la comunicación. Un toro que se debiera echar a los corrales, como digo, por manso, por cobarde, por falta de sangre y raza. Es la sensación que transmiten estas charlas sordas que se debaten en Cataluña; filósofos con espada y banderilla en mano que presumen de una inusitada falta de conocimiento hacia el toro de lidia y su futuro. ¿Cómo se puede defender una postura radical sin saber ni conocer a una raza y su hábitat? El antitaurino tiene una postura demasiado clara, tan clara que es oscura. no oír para no entender, no saber para no sentir, quedarse a flote para no indagar en lo profundo. Y por mucho que un torero con el buen concepto que posee Joselito les intente explicar en castellano la ética del toreo, ellos sólo replicarán en catalán, para atacar desde la incoherencia y la valentía que da el desconocimiento.

Como si se tratara de la Torre de Babel, allí no se entiende nadie, pues los abolicionistas no desean dialogar, sino aniquilar, cortar con la guillotina de la política una cultura que es arte. Mucho tendría que aprender el antitaurino del toro bravo, de su dignidad, de su honor y, sobre todo, de su respeto. Sin toreo no existirá el toro, se aniquilará a una raza. Piensa el antitaurino que sin Fiesta Nacional, el toro vivirá libre en su dehesa, a su antojo, como si fuera un cuento de dibujitos. y nada más lejos de la realidad. En cuanto el toro no tenga lidia, dejará de ser rentable; por lo tanto, se le dejará de criar. Entienda el antitaurino que el aficionado no disfruta del sufrimiento. ni del toro ni del torero, sino de su creación artística, de su fogosa fusión, de su armoniosa comunicación, esa misma que no desean oír aquellos protestantes de la política dictadora.

«Cuando Perseo arrancó la cabeza a Medusa, surgió Criasor con el caballo Pegaso». de lo que cortéis nacerá una flor con espinas.