Esta jerezana se queja de que no le han servido sus 23 años de trayectoria y su formación. :: J. FERNÁNDEZ
Jerez

«La edad nos mete en un túnel sin salida pese a la experiencia»

María José Arévalo lleva en paro desde junio del pasado año y, a punto de agotar las ayudas, sigue sin ver buenas perspectivas

JEREZ. Actualizado: Guardar
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«Llega una edad en la que parece que te vuelves invisible, y en la que la cualificación y la experiencia pasan a un segundo plano porque lo que quieren las empresas es contratar a gente joven, más barata y más moldeable». A María José Arévalo de nada le sirvieron para conservar su empleo -o para encontrar otro- sus 23 años de experiencia en el sector del turismo, su diplomatura, dos Masters y muchos cursos, o el doctorado en las Rutas del Vino en el que se haya inmersa. En junio se quedó en el paro y ahora, año y nueve meses después, sigue sin ver perspectivas para volver a reengancharse al mercado laboral. Y lo peor es que en junio dejará de cobrar los 426 euros de ayuda que le da el Estado después de que agotara su prestación por desempleo.

A sus 42 años, María José se indigna cuando escucha hablar a los representantes políticos que «banalizan y generalizan el problema del paro», y les deja claro que «no todos los que estábamos trabajando lo hacíamos subidos a un andamio o en un bar». «Hay mucha gente que está en mi situación, que tiene una buena formación académica a sus espaldas, y que sin embargo se encuentra en el paro». Y es que cuando una ciudad contabiliza casi 30.000 desempleados, «lo que queda claro es que la destrucción ha tocado a todos los sectores, y ha aniquilado empleos de todo tipo».

Esta jerezana que habla dos idiomas además del español (uno de ellos, el alemán, lo aprendió durante sus 18 años viviendo en Alemania como hija de inmigrantes) se queja de que desde que ingresó en las listas del SAE no ha recibido ni una sola propuesta digna para trabajar. «Cuando un organismo como el Serjil cuelga ofertas para puestos que tienen sueldos de 200 euros, por horas y poco estables, lo que queda claro es que la calidad de los servicios les da igual y que los que tenemos ya una edad crítica y mucha experiencia parece que sobramos del mercado».

María José sabe que las perspectivas no son halagüeñas, y eso que está convencida de que en su sector hay aún mucho camino por recorrer porque «ahí están pendientes proyectos como el Palacio de Congresos o la Ciudad del Flamenco». Por eso le pide a las administraciones que se esfuercen por crear recursos, por garantizar que «el futuro en el mercado laboral se base en la calidad, tanto en la producción como en la prestación del servicio, añadiéndole al sector turístico el I+D+i que en nuestra ciudad no se percibe».

Mientras, ella no tira la toalla y a la par que busca empleo continúa formándose, aunque dice con tristeza que «ya he invertido mucho dinero y mucho tiempo en estar bien preparada y poder tener salidas profesionales». Y espera que haya apuestas serias que incentiven el empleo, porque «con las promesas no se pagan las facturas». Al final lanza una pregunta: «¿Qué quieren, que nos vayamos todos fuera de España como cuando mis padres lo hicieron en los 60?».