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Demandante. Inmaculada García pasea junto a la oficina del SAE de la avenida de Portugal. :: MIGUEL GÓMEZ
Ciudadanos

Tres veces más difícil sólo por ser ella

Una mujer tarda el triple de tiempo que un hombre en conseguir su primer trabajoCasi 11.000 gaditanas esperan una oportunidad para entrar en el mercado laboral, son el doble que los hombres

ELENA MARTOS emartos@lavozdigital.es
CÁDIZ.Actualizado:

A María Rodríguez la tienen frita los comentarios machistas. «Una oficina llena de mujeres, así va la cosa». El chistecito se repite a diario en la agencia de seguros que dirige en la capital. Hoy, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, a ningún cliente se le ocurrirá recordarlo y para los despistados, las chicas han colgado un cartel grande con la fecha remarcada en el tablón de anuncios.

María asegura que fue por casualidad, que tras las entrevistas contrató a los candidatos mejor preparados. Resultó que ninguno era hombre. Tiene 37 años y eligió renunciar a la maternidad por miedo a perder la oportunidad del ascenso. Ahora es el momento de los hijos, aunque teme que tendrá que recurrir a la reproducción asistida para conseguir un embarazo.

En la agencia son siete trabajadoras, con edades de entre 25 y 50 años. Algunas llevan más de una década en la empresa y otras acaban de firmar su primer contrato laboral. Todas están preparadas y son luchadoras. «Tuvieron el valor de aguantar y conseguir un empleo en lo que les gustaba», dice su jefa, pero reconoce que no es fácil.

A María también le costó llegar donde está ahora. Un par de años de prácticas en los que ganaba 80.000 pesetas al mes y varios contratos temporales por obra y servicio que no pasaban de las cien mil. Eso, sin derecho a paro ni indemnización. «El camino ha sido duro siempre, pero cuando eres mujer la cosa se multiplica por tres», asegura. Inmaculada García -natural de Cádiz, 24 años, diplomada universitaria en Relaciones Laborales y con muchas ganas de trabajar- empieza a dar los primeros pasos.

Como ella, otras 11.000 gaditanas más intentan meter cabeza en el mercado laboral. Algunas acaban de terminar su formación y aspiran a conseguir un puesto de trabajo, otras colgaron el delantal de ama de casa cuando su pareja se quedó en paro y salen ahora a la calle en busca de un sustento. La Encuesta de Población Activa es un perfecto observatorio de la situación actual. En total son 10.900, frente a los 6.600 hombres que quieren conseguir su primer empleo. En diciembre de 2008 la diferencia era de apenas 400 y el año anterior cerró en 1.100. Eso es señal de que la brecha, que se venía recortando desde 2004, ha vuelto a proporciones de finales de los 90, cuando las políticas de paridad no estaban en ningún programa electoral.

Se trata de desandar lo andado y da muestras de lo increíblemente frágil que era el sistema de igualdad laboral que se estaba creando. «He llegado en el peor momento», lamenta Inmaculada, que dedica el tiempo a hacer cursos de formación y aprovecha todas las prácticas que le salen. Cuando terminó la carrera inició un máster, luego cursó todas las especialidades de su titulación y, por si fuera poco, se recorrió cada una de las oficinas de orientación laboral de la capital. A la vista de los resultados, se pregunta ¿dónde están las políticas sociales?

Responde a la pregunta Rosario Iglesias, secretaria general de la Mujer de CC OO, que ve el problema en la enorme tasa de desempleo y las medidas de urgencia. Cuenta que «los sectores más castigados son eminentemente masculinos -construcción, industria o agricultura- y a esos son a los que el Gobierno les ha puesto el flotador». La poca oferta que se crea va a parar a manos de hombres, mientras que la mujer sigue empleada en la hostelería y trabajos de servicios que, a pesar de la mala situación, resisten mejor, pero con unos resultados negativos.

Los lastres

La responsable sindical explica que no se han suspendido los planes de fomento del empleo para mujeres, pero «los empresarios siguen siendo reacios a contratarlas». ¿Por qué ocurre esto? Por las cargas familiares y la menor disponibilidad. La conciliación ni siquiera es un tema que surge en la entrevista de trabajo y los varones siguen viéndose más liberados de los hijos y el hogar.

Ya dentro del mercado es más fácil realizar movimientos, pero meter cabeza se ha convertido en una misión de riesgo. «A las mujeres les cuesta tres veces más que a los hombres, eso lo hemos llegado a comprobar en el sindicato», argumenta Iglesias.

La estimación es parecida a la que hace Emilia Camacho, secretaria general de política social de UGT-Cádiz. En la interpretación de la estadística introduce un elemento nuevo: «aquellas que dejaron su vida laboral aparcada para cuidar de los hijos y ahora, ya mayores, quiere volver».

«Las cosas se han puesto feas para las mujeres en la provincia», asegura. La mayoría de las empresas son de tipo familiar y siguen adelante con menos empleados. Tampoco hay un gran tejido industrial y los sectores eminentemente femeninos -hostelería, comercio y servicios en general- sobreviven a base de contratos temporales y mal pagados.

A la joven de 24 años le surgió la posibilidad de trabajar como administrativa en colegios públicos. Cuenta que «eran cinco horas sentada en una silla a la espera de que algún profesor necesitase unas fotocopias». No piensa tirar la toalla y opta por seguir formándose a la espera de mejores oportunidades. «No creas que no me tienta la posibilidad de un empleo y lo cogería aunque no fuera de lo mío, pero no de cualquier manera». De momento no está dispuesta a ser explotada sin contrato, pero sabe que aún está lejos de conseguir el puesto en un departamento de recursos humanos al que aspira.

«Ninguna debería aceptarlo», considera Carmen Lozano, coordinadora de los programas de orientación laboral del Instituto Andaluz de la Mujer. Pero las cosas no son fáciles, más aún cuando la demandante pasa de los 40, apenas ha cursado la Secundaria y no tiene experiencia profesional previa. «Cuando la necesidad económica aprieta se agarran a cualquier posibilidad», dice la experta que trabaja fundamentalmente con mujeres víctimas de malos tratos. Explica que el IAM también cuenta con programas específicos para jóvenes universitarias, pero no son demasiadas las que acuden a ellos. «Nos asocian con la violencia de género y es en eso en lo que nos hemos especializado», insiste Lozano.

«Las dificultades para acceder al primer empleo son muchas y al final es la pescadilla que se muerde la cola: No las contratan porque no tienen experiencia y no tienen experiencia porque no las contratan», recuerda. De esa manera es difícil la entrada al mercado de trabajo. Y mientras unos se empeñan en arreglar el mundo desde los despachos, Inmaculada García sigue repartiendo currículum.